MI CAMINO

martes, 27 de julio de 2010

EL ARBOL DE LA VIDA


GÉNESIS CAPITULO 3

GÉNESIS 3 ES EL PROLOGO DE LA BIBLIA
El capítulo 3 de Génesis es uno de los más importantes de la Biblia. Génesis tres es el prologo de la Biblia. Sin el capítulo tres de Génesis, nada de la Biblia tiene sentido. El Espíritu Santo nos ha regalado este capítulo, porque nos ama y porque quiere que entendamos el amor de Dios y la gracia de nuestro Señor Jesucristo.
En este capítulo vemos la primera tentación. El primer pecado. La primera promesa de Dios al hombre. La primera profecía. El primer juicio divino. El primer acto de gracia divina a un pecador. La primera división de la raza humana (dos simientes).
En este capítulo vemos como entró el pecado en el mundo y el desastroso efecto que produjo en nosotros y en Dios. Porque está claro que el pecado nos ha afectado terriblemente como raza humana, pero a Él le ha afectado mucho más por ser la parte ofendida y quien ha cargado con la culpa y el castigo eterno del pecado. Isa. 53:6; 1Jn. 2.2; 1P. 2.24; 3:18. 2Co. 5:22.
Es necesario entender este capítulo para que la historia del hombre tenga algún sentido, para poder entender (aunque sean incomprensibles) las guerras y las tragedias humanas. Así que le pedimos al Señor su gracia y revelación porque Génesis tres nos llevará a un más profundo amor a Dios y a una alabanza más gloriosa de Su nombre.
EL ÁRBOL DE LA VIDA
Dios ha terminado su creación y la ha culminado con el hombre, un ser creado a su imagen y semejanza, capaz de tener comunión con Él. Este hombre es introducido en el paraíso para que allí ande con Dios y en obediencia y comunión intima llegue a tomar del árbol de la vida. Este árbol, tipo de Cristo, cuyo fruto es vida eterna, lo vemos nuevamente en Ap. 2:7; 22:2,14. Todos los que hemos recibido a Cristo participamos y comemos de este árbol, porque dice Juan 6: 25-59. Nosotros no tenemos vida en nosotros mismos, solo si comemos su carne y bebemos su sangre, porque El es el pan que descendió del cielo para dar vida al mundo y el que me come, dice Jesús, vivirá por mí. Así que todos los que hemos creído en El, hemos comido y bebido de El por el Espíritu que nos ha dado.
Esto es lo que Dios, en su amor y gracia estaba ofreciendo al hombre, ser participante de su vida, que el hombre viviera con la vida de Dios. Esa vida de Dios en el hombre era su proyecto de gloria. Como Pablo más tarde declara al hombre que ha sido redimido, que ha comido del árbol de la vida; “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.” Col. 1:27. El hombre iba a manifestar a Dios en toda la tierra. Según su primer mandato de llenar la tierra, así el hombre llenaría la tierra de Dios, como dice el profeta Habacuc. 2:14. “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren la mar”
La vida cristiana es imposible de vivirla y al mismo tiempo es lo más sencillo. Es imposible porque ningún hombre en la tierra ha podido vivirla, solamente Cristo. Y digo que es sencilla cuando entendemos como Pablo que; “no vivo yo, sino Cristo en mi. Y lo que ahora vivo en la carne lo vivo en la fe de Cristo el cual me amó y se entregó por mi”
Si alguien no cree que la vida cristiana es imposible de vivirla, solamente tiene que ir y leer el Sermón del Monte y tratar de vivirlo, no solamente de obra, sino de corazón, como Dios exige.
Que precioso fue el día que entendí que la vida cristiana es la vida de Dios, es otra nivel de vida que la Biblia le llama “vida eterna”. Antes de entender esta maravillosa verdad mi esfuerzo estaba en tratar de vivir la vida cristiana lo mejor que podía para agradar a Dios y servirle mejor. Solo caía en frustración tras frustración y fracaso. Ahora entiendo que “andamos por fe” es por la fe de Cristo que cada día nos apropiamos de esta vida que el Espíritu Santo ha traído a nuestros corazones.
Pablo nos lo explica así: “llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo mortal. Así que en nosotros obra la muerte, peroen vosotros, la vida. 2Co. 4:10-12

Aquí en Génesis 3 vemos esta verdad espiritual en forma de árbol que da fruto. Más adelante en las escrituras el Espíritu Santo nos muestra la misma verdad en forma de maná. Vemos como el Señor sustentó al pueblo por cuarenta años y cada día salían se sus tiendas en un acto de fe para recoger su sustento diario. Aquí vemos la gracia y la fidelidad de Dios en mantener la vida de su pueblo. Sabemos que en el desierto pecaron, murmuraron, se quejaron. Dios los llamo rebeldes y hombres de dura cerviz. Pero, gloria a Dios, el maná, nunca cesó. Igualmente con nosotros ahora. Pecamos cada día, desobedecemos y contristamos el Espíritu Santo, pero como dice Pablo a Timoteo; “si somos infieles, El permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo” 2Tim. 2:13.
Lo mismo veo en el hecho de que en Génesis 3 el árbol está plantado y en Apocalipsis 22, el último capítulo de la Biblia, el árbol de la vida sigue plantado para todo aquel que quiere comer de Él, como dice en el verso 14. “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida…”
Lamentablemente en lugar de comer del árbol de la vida para llenarlo todo de la vida de Dios, comimos del árbol cuyo fruto es muerte y el hombre al llenar la tierra la ha llenado de muerte y corrupción, porque “cada árbol da fruto según su género” Gen. 1.12 (ver próxima edición)
SEÑOR, te he visto en Génesis 3 plantado en medio del deleite (EDEN) de Dios. Hoy vengo a ti para comer el fruto de tu aflicción, preciosa sangre que mana como manantial de vida eterna. Tú eres verdadera comida que satisface. Vengo a ti porque me has dicho; “A todos los sedientos: Venid a las aguas y a los que no tiene dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.” Isa. 55:1,2.
Hoy, Señor, abandono mi vida, todo intento de agradarte, de servirte, de obedecerte, porque como dice el profeta, “no tengo dinero” yo soy “pobre de espíritu” no hay fuerzas en mi, soy como hombre muerto cuya esperanza es en ti que eres la Vida y la Resurrección.
“Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza. Sal. 62:5