PRINCIPIOS
BASICOS DEL ESTUDIO BIBLICO
EL ESTUDIO
BIBLICO HA DE SER CRISTOCENTRICO.
Toda la Biblia,
desde Génesis hasta apocalipsis tiene un solo tema y este es la revelación de
Dios en Cristo trayendo salvación al hombre. El antiguo Testamento es el
anuncio del que ha de venir, esto es Cristo. El Nuevo Testamento es la proclamación
del que ha venido, esto es Cristo.
El Señor
Jesucristo mismo nos da la interpretación de todo el AT. En Jn. 5:39 dice; “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas
tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” Con estas
palabras el Señor mismo nos interpreta cual es el tema central de todo el AT y
el motivo por el cual fue escrito, esto es, para dar testimonio de Cristo.
Después de la
resurrección el Señor se apareció a algunos discípulos que descendían por el
camino a Emús. Estos discípulos decepcionados y desanimados mientras discutían por
el camino y acercándoseles Jesús les pregunto lo que discutían. Cuando le
contaron la causa de su tristeza, el
Señor les reprendió duramente con estas palabras; “…¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer lo que los profetas han
dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en
su gloria?” Después de decirles estas palabras el Señor les dio un
autentico Estudio Bíblico, tal y como Lucas nos lo cuenta; “…Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les
declaraba en todas las escrituras lo que de Él decían.” (Lc. 24:13-27)
Cristo es el centro o el corazón de las
Escrituras. El es la Palabra de Dios encarnada, el mensaje de Dios, como
claramente lo dice la introducción de la Epístola a los Hebreos. “Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, en estos postreros
días nos ha hablado por el Hijo” Cristo, el Hijo de Dios es la Palabra de Dios,
el mensaje de Dios y por tanto todo estudio bíblico, para que sea bíblico ha de
ser Cristocéntrico. Ha de buscar, ver, interpretar y aplicar a Cristo en el
texto que se está estudiando.
Cuando estudiamos
la Biblia debemos comenzar con Cristo para que podamos terminar con Cristo y su
Evangelio. Si tomamos una historia bíblica resaltando la fe o virtudes de su héroe,
terminaremos moralizando y volviendo a la Ley en lugar de aplicar el Evangelio
y poniendo a Cristo y su obra como única esperanza de salvación o crecimiento
espiritual.
Lamentablemente
así es como terminan la mayoría de los estudios bíblicos. Tomamos un texto,
como el clásico de David y Goliat. Resaltamos ciertos detalles de la narración,
ciertas actitudes y virtudes de David.
Su fe, valentía, confianza, su desprecio de la armadura de Saúl. Etc. Y cuando
viene el momento de la aplicación exhortamos a los oyentes a hacer lo mismo.
Este tipo de enseñanza no es ni bíblico, ni evangélico, ni provechoso para el
creyente. Para esta clase de enseñanza no hace falta ir a la Biblia, con
cualquier biografía, como Gandhi o Martin Lutero King, sería suficiente. Esta
clase de enseñanza no permitirá ver a la iglesia la gloria y la poderosa obra
de Dios en Cristo.
Pero si vemos
a David como tipo de Cristo que vence a nuestro gigante y nosotros en su victoria
recogemos por fe los despojos habremos comenzado con Cristo y terminaremos con
Cristo. Habremos anunciado el mensaje de gracia del evangelio y habremos traído
a nuestros oyentes a Cristo en lugar de traerles bajo la condenación de la Ley.
Termino este
punto con las palabras de exhortación en Heb. 12:2 “…puestos lo ojos en Jesús,
el autor y consumador de la fe…” Después
de haber presentado la fe de los héroes del AT, el Espíritu Santo nos dice que
nuestros ojos no han de estar puestos en ellos, sino en el Autor y consumador
de la fe de ellos y por supuesto de la nuestra. Ya que ninguno de ellos fue
perfecto en fe, nosotros somos fieles en Su fe. El es el que origina la fe en
nosotros, el que la mantiene y el que la perfecciona.