MI CAMINO

miércoles, 10 de diciembre de 2014


Hebreos 3,2-6

 

Cristo fue fiel al que le constituyó (Dios Padre) como sacerdote y profeta. Un enviado fiel es aquel transmite escrupulosamente el mensaje que ha recibido. Jesús mismo declara al Padre la fidelidad de su ministerio; “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciera” (Jn. 17:4).

Este doble ministerio de apóstol y sacerdote  en una sola persona no es común en el AT. Quizás Moisés es el que más se acerca al ministerio de Cristo en este respecto. Moisés fue apóstol porque trajo al pueblo de Dios la revelación de Dios por medio de la Ley y aunque no fue sacerdote como Aarón, sin embargo podemos ver en todo el periodo en el desierto que él cumple este ministerio por medio de la intercesión, Ver especialmente Éxodo Cap. 32, y Núm. 14:13ss

 

El autor nos dice que este Moisés fue fiel en toda la casa de Dios basándose en el mismo testimonio que Dios da de él en la murmuración de Aarón y María. (Núm. 12:7). También podemos ver la fidelidad de Moisés cuando Dios da testimonio de su fidelidad al descender fuego del cielo para consumir los sacrificios y la gloria de Dios descendiendo sobre el tabernáculo. Dando a entender que llevó a cabo fielmente la revelación celestial. (Hablaremos más de esto al final del estudio) Ex. 40. Y Lev. 9:23,24.

 

Sin embargo el Espíritu Santo hace algunas distinciones sobre Moisés y Cristo que miraremos rápidamente.

 

1. El ministerio de Moisés fue temporal, el de Cristo eterno.

                El verso 2 nos dice que Cristo es fiel y Moisés fue fiel. Esto nos da a entender que el ministerio de Moisés fue temporal y pasajero,  como el mismo Pablo explica claramente en 2Co. 3. Sin embargo el ministerio y fidelidad de Cristo son eternos, o “para siempre” palabras que el autor repite 13 veces en la epístola. (Heb. 5:6; 6:20; 7: 3, 17, 21, 24, 27,28; 9:12,26; 10:10, 12,14.).

 

2.  Moisés es parte de la casa. Cristo constructor de la casa.

                El argumento del autor es claro, si la casa tiene gloria. Mayor gloria que la casa la tiene el que la construye. En este caso Moisés aunque tuvo un gran llamado y ministerio, sin embargo no dejó de ser parte de la casa como aquellos mismos a quienes ministraba, esto es, a la iglesia en el desierto. Pero Cristo es el que declara; “…Yo… edificará mi Iglesia” (Mat. 16:18) También Zacarías declara; “He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová…” (Zac. 6:12ss).

 

3.  Moisés siervo en la casa. Cristo hijo sobre la casa.

                Ya vimos en (1:2) que el Hijo es heredero de todo. Desde la Galaxia más grande y lejana, hasta la célula más insignificantica, todo fue creado por el Padre por medio del Hijo y para el Hijo (Col. 1:16). También en el aspecto redentivo todas las cosas han sido reunidas en Cristo con el fin de ser reconciliadas a Dios Padre. (Col. 1:20; 1Co. 15:28; Ef. 1:10; 1Co. 8:6)

 

4.  Moisés fue fiel con respecto a lo que se iba a decir. Cristo es el cumplimiento de lo que se iba a decir y por lo tanto la última Palabra de Dios.

                El AT no perfecciona nada, no finaliza nada. El AT termina en promesa y expectativa de lo que había de venir. El NT comienza en cumplimiento aunque no en total culminación. Cristo es el cumplimiento de todo lo que el AT testamento había prometido y esperado.

Moisés, al final de su ministerio anuncia; “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis.” (Dt. 18:15, 18, 19)  

 

El AT es símbolo y sombra de la realidad o la verdad que se cumple en Cristo y en nosotros por medio de Cristo. (Heb. 8:5; 9:9; 10:1). Pero era necesario que Dios encontrara hombres fieles capaces de dar un mensaje lo más fidedigno posible a la Realidad venidera. Incluso el fiel Moisés fue castigado cuando golpeó la Roca por segunda vez (Núm. 20: 1-13) Simbólicamente Moisés crucificó a Cristo por segunda vez para que saliera agua de vida, cosa que Dios interpretó como que no le había santificado delante del pueblo.

 

“…la cual casa somos nosotros, si…”

Los que hemos creído entramos en la casa, la iglesia, la congregación, el pueblo, el templo, Jerusalén celestial, Sion, o como quieras llamar de los muchos nombres que la Biblia nos da para referirse a los herederos de la fe.

Pero esta declaración lleva un “si” condicional. Es necesario retener hasta el fin la fe que nos dio la entrada al principio. Fe es retener esa revelación de Cristo que el Espíritu nos dio al principio. Fe es no rechazar la palabra del Profeta que Moisés hace referencia, para no ser desarraigados del pueblo (Hch. 3:23). La prueba de haber creído es la perseverancia hasta el fin.  

 

El autor usa un argumento lógico que Pablo también suele usar en sus cartas. Este argumento va así; “A” es cierto si “B” es cierto también. Miremos algunas de estas citas paulinas. (Ro. 8:9; Ro. 8:17; Ro. 11:12; 2Co. 13:5; Col. 1:22,23) Vemos en estos ejemplos la necesidad de la perseverancia de los santos. 

Otro ejemplo de este argumento condicional lo encontramos en este mismo capítulo tres, verso 14; “Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal de que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio.”  Miraremos este texto con más detalle en los próximos estudios.

 

 

“Moisés…fue fiel…para testimonio de lo que se iba a decir”

Quisiera enfatizar este punto un poco más porque lo considero de gran importancia para nosotros en el presente. Sabemos que Moisés es considerado por la tradición judía como el más grande de los profetas. En realidad él es quien constituyó la nación. Les sacó de la esclavitud, les dio la Ley,  Las dio la revelación divina, el Tabernáculo y el culto y la adoración. Todo esto fue una tarea monumental y más aún porque cada palabra y cada detalle lo recibió directamente de Dios. El tenía que tener mucho cuidado de transmitir exactamente la visión celestial, porque todo lo que estaba recibiendo, aunque era importante para el pueblo, era más importante porque anunciaba lo que iba a venir, esto Cristo y su redención. Tan importante era que recibe la advertencia de lo alto; “mira, haz todas las cosas conforme al modelo al modelo que se te ha mostrado en el monte.”  (Ex. 25:9, 40; Hch. 7:44; Heb. 8:5.)

Su ministerio consistía en subir al monte, esperar la visión y transmitirla fielmente. Este mismo patrón lo vemos en el ministerio de Jesucristo.  (Jn. 5:19,29; 5:30; 8; 28; 7:16; 12:49-50; 14:10,24,31)

 

Este es, según creo, el patrón de todo ministerio. Moisés fue fiel a la visión con respecto a lo que se había de decir. Vino Cristo que es la realidad (la verdad) de la visión celestial y para ser fiel a ella se sujetó como hombre a las obras y palabras del Padre. Ahora venimos nosotros y de igual manera tenemos que ser fieles a esa visión, a esa revelación de Cristo y su palabra por medio del Espíritu Santo. (Jn. 16:13-15).

En otras palabras, Moisés fue fiel para testimonio de lo que se había de decir. Nosotros somos fieles para testimonio de lo que se ha dicho. Para ello es de suma importancia que al igual que aquel Moisés subió al monte, también nosotros subamos al monte en absoluta dependencia en el Espíritu para recibir la visión de Cristo con el fin de minístralo a los hermanos, amigos y cualquiera que el Señor en su soberanía ha puesto cerca.