Hebreos 3,2-6
Cristo fue fiel
al que le constituyó (Dios Padre) como sacerdote y profeta. Un enviado fiel es
aquel transmite escrupulosamente el mensaje que ha recibido. Jesús mismo
declara al Padre la fidelidad de su ministerio; “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que
hiciera” (Jn. 17:4).
Este doble
ministerio de apóstol y sacerdote en una
sola persona no es común en el AT. Quizás Moisés es el que más se acerca al
ministerio de Cristo en este respecto. Moisés fue apóstol porque trajo al
pueblo de Dios la revelación de Dios por medio de la Ley y aunque no fue
sacerdote como Aarón, sin embargo podemos ver en todo el periodo en el desierto
que él cumple este ministerio por medio de la intercesión, Ver especialmente Éxodo
Cap. 32, y Núm. 14:13ss
El autor nos dice
que este Moisés fue fiel en toda la casa de Dios basándose en el mismo
testimonio que Dios da de él en la murmuración de Aarón y María. (Núm. 12:7). También podemos ver la
fidelidad de Moisés cuando Dios da testimonio de su fidelidad al descender
fuego del cielo para consumir los sacrificios y la gloria de Dios descendiendo
sobre el tabernáculo. Dando a entender que llevó a cabo fielmente la revelación
celestial. (Hablaremos más de esto al final del estudio) Ex. 40. Y Lev. 9:23,24.
Sin embargo el
Espíritu Santo hace algunas distinciones sobre Moisés y Cristo que miraremos
rápidamente.
1. El ministerio de Moisés fue temporal, el de
Cristo eterno.
El
verso 2 nos dice que Cristo es
fiel y Moisés fue fiel. Esto
nos da a entender que el ministerio de Moisés fue temporal y pasajero, como el mismo Pablo explica claramente en 2Co. 3. Sin embargo el ministerio y
fidelidad de Cristo son eternos, o “para siempre” palabras que el autor repite
13 veces en la epístola. (Heb. 5:6;
6:20; 7: 3, 17, 21, 24, 27,28; 9:12,26; 10:10, 12,14.).
2. Moisés
es parte de la casa. Cristo constructor de la casa.
El argumento del autor es claro,
si la casa tiene gloria. Mayor gloria que la casa la tiene el que la construye.
En este caso Moisés aunque tuvo un gran llamado y ministerio, sin embargo no
dejó de ser parte de la casa como aquellos mismos a quienes ministraba, esto
es, a la iglesia en el desierto. Pero Cristo es el que declara; “…Yo… edificará
mi Iglesia” (Mat. 16:18) También
Zacarías declara; “He aquí el varón cuyo
nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová…”
(Zac. 6:12ss).
3. Moisés
siervo en la casa. Cristo hijo sobre la casa.
Ya vimos en (1:2) que el Hijo es heredero de todo.
Desde la Galaxia más grande y lejana, hasta la célula más insignificantica,
todo fue creado por el Padre por medio del Hijo y para el Hijo (Col. 1:16). También en el aspecto
redentivo todas las cosas han sido reunidas en Cristo con el fin de ser
reconciliadas a Dios Padre. (Col. 1:20;
1Co. 15:28; Ef. 1:10; 1Co. 8:6)
4. Moisés
fue fiel con respecto a lo que se iba a decir. Cristo es el cumplimiento de lo
que se iba a decir y por lo tanto la última Palabra de Dios.
El AT no perfecciona nada, no
finaliza nada. El AT termina en promesa y expectativa de lo que había de venir.
El NT comienza en cumplimiento aunque no en total culminación. Cristo es el cumplimiento
de todo lo que el AT testamento había prometido y esperado.
Moisés, al final
de su ministerio anuncia; “Profeta de en
medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis.”
(Dt. 18:15, 18, 19)
El AT es símbolo
y sombra de la realidad o la verdad que se cumple en Cristo y en nosotros por
medio de Cristo. (Heb. 8:5; 9:9; 10:1).
Pero era necesario que Dios encontrara hombres fieles capaces de dar un mensaje
lo más fidedigno posible a la Realidad venidera. Incluso el fiel Moisés fue
castigado cuando golpeó la Roca por segunda vez (Núm. 20: 1-13) Simbólicamente Moisés crucificó a Cristo por segunda
vez para que saliera agua de vida, cosa que Dios interpretó como que no le
había santificado delante del pueblo.
“…la cual casa somos nosotros, si…”
Los que hemos creído
entramos en la casa, la iglesia, la congregación, el pueblo, el templo, Jerusalén
celestial, Sion, o como quieras llamar de los muchos nombres que la Biblia nos
da para referirse a los herederos de la fe.
Pero esta
declaración lleva un “si” condicional. Es necesario retener hasta el fin la fe
que nos dio la entrada al principio. Fe es retener esa revelación de Cristo que
el Espíritu nos dio al principio. Fe es no rechazar la palabra del Profeta que
Moisés hace referencia, para no ser desarraigados del pueblo (Hch. 3:23). La prueba de haber creído
es la perseverancia hasta el fin.
El autor usa un
argumento lógico que Pablo también suele usar en sus cartas. Este argumento va así;
“A” es cierto si “B” es cierto también. Miremos algunas de estas citas paulinas.
(Ro. 8:9; Ro. 8:17; Ro. 11:12; 2Co.
13:5; Col. 1:22,23) Vemos en estos ejemplos la necesidad de la
perseverancia de los santos.
Otro ejemplo de
este argumento condicional lo encontramos en este mismo capítulo tres, verso
14; “Porque somos hechos participantes de
Cristo, con tal de que
retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio.” Miraremos este texto con más detalle en los
próximos estudios.
“Moisés…fue fiel…para testimonio de lo que se iba
a decir”
Quisiera
enfatizar este punto un poco más porque lo considero de gran importancia para
nosotros en el presente. Sabemos que Moisés es considerado por la tradición
judía como el más grande de los profetas. En realidad él es quien constituyó la
nación. Les sacó de la esclavitud, les dio la Ley, Las dio la revelación divina, el Tabernáculo y
el culto y la adoración. Todo esto fue una tarea monumental y más aún porque
cada palabra y cada detalle lo recibió directamente de Dios. El tenía que tener
mucho cuidado de transmitir exactamente la visión celestial, porque todo lo que
estaba recibiendo, aunque era importante para el pueblo, era más importante porque
anunciaba lo que iba a venir, esto Cristo y su redención. Tan importante era
que recibe la advertencia de lo alto; “mira,
haz todas las cosas conforme al modelo al modelo que se te ha mostrado en el
monte.” (Ex. 25:9, 40; Hch. 7:44; Heb. 8:5.)
Su ministerio
consistía en subir al monte, esperar la visión y transmitirla fielmente. Este
mismo patrón lo vemos en el ministerio de Jesucristo. (Jn.
5:19,29; 5:30; 8; 28; 7:16; 12:49-50; 14:10,24,31)
Este es, según
creo, el patrón de todo ministerio. Moisés fue fiel a la visión con respecto a
lo que se había de decir. Vino Cristo que es la realidad (la verdad) de la
visión celestial y para ser fiel a ella se sujetó como hombre a las obras y
palabras del Padre. Ahora venimos nosotros y de igual manera tenemos que ser
fieles a esa visión, a esa revelación de Cristo y su palabra por medio del
Espíritu Santo. (Jn. 16:13-15).
En otras
palabras, Moisés fue fiel para testimonio de lo que se había de decir. Nosotros
somos fieles para testimonio de lo que se ha dicho. Para ello es de suma
importancia que al igual que aquel Moisés subió al monte, también nosotros
subamos al monte en absoluta dependencia en el Espíritu para recibir la visión
de Cristo con el fin de minístralo a los hermanos, amigos y cualquiera que el Señor
en su soberanía ha puesto cerca.