EL
JUDIO TAMBIEN NECESITA EL EVANGELIO
Romanos
2: 1- 3:20.
REPASO:
En la meditación anterior estuvimos
considerando de la manera que el apóstol demuestra su argumento de que todo el
mundo necesita el Evangelio por cuanto la ira de Dios se rebela contra toda
injusticia del hombre que detiene la verdad de Dios. Esto deja a todo hombre
sin excusa delante de Dios.
Pablo comenzó su argumento demostrando que la
“Revelación Natural” es suficiente para reconocer, glorificar y dar gracias a
Dios. Pero el hombre se envaneció creyendo saber mejor y esto trajo tinieblas
al corazón. En esas tinieblas entraron en idolatría. De la idolatría pasaron a
la inmoralidad, deshonrando sus cuerpos (sea dicho de paso que el cuerpo del
hombre/mujer fue creado para Cristo y no
para fornicación. Ver. 1Co. 6: 12-20).
De la inmoralidad pasaron a toda clase de injusticia así no solo degradándose a
sí mismos sino la sociedad y la familia.
En todo este proceso Dios revela su ira
entregando al hombre a su propio destino que ha elegido y recibiendo en sí
mismos el castigo de su propia injusticia.
CAPÍTULO 2
INTRODUCCIÓN
Pablo dijo que “el evangelio es poder de Dios
para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al
griego” Ro. 1:16. En el argumento anterior demostró la
necesidad del evangelio para el griego, el gentil. En este capítulo Pablo va a
demostrar que el Evangelio es también necesario para el judío.
Comienza su argumento usando la primera
persona del singular. (En el cap. Anterior usó la tercera persona del plural)
Es como si un judío imaginario hubiera estado
oyendo a Pablo condenar a los gentiles y hubiera aplaudido diciendo ¡¡Amen, Pablo!! ¡¡Amen. Dales
duro!! Pero el apóstol, al oír esto, se
dirigió a él diciéndole; “Tú, tampoco tienes escusa, porque heces los mismo que
estás condenando en los demás, y por tanto te estás condenando a ti mismo”
En los siguientes versículos Pablo explicará
que el juicio de Dios es justo para todos los que practican la injusticia, por
tanto todos necesitan el Evangelio de
Dios.
EL JUICIO DE DIOS
(Ro. 2:1-16)
El judío confiaba básicamente en la
circuncisión y en que Dios le había dado el Tora. Esto es, confiaban es su
elección y revelación. Juan el Bautista
mismo les reprende en cuanto a su
elección (Mat. 3:8,9) y Jesús les
reprende en cuanto a su revelación. (Jn.
5:39; 7:19)
Esto les daba una superioridad sobre el
gentil, superioridad que les había llevado a la complacencia. Ellos mismos se habían hecho indulgentes y desobedientes. Estos dos aspectos (elección y revelación) les
daban autoridad, según ellos, de juzgar a los gentiles, sin darse cuenta que
ellos mismos se estaban condenando al juzgar a los demás. Y no solo esto sino
que estaban endureciendo su propio corazón.
Pablo establece una base común de argumento con
su interlocutor porque los dos son conocedores de que Dios se ha revelado como
Juez justo de toda la tierra. (Gen.
18:25; Sal. 9:7,8; 11:7; 96:13; 145:17; Job. 34:17-19; Ap. 16:5)
DIOS ES JUSTO
PORQUE JUZGA SEGÚN LAS OBRAS. (V.6-10)
Pablo no está contradiciendo su doctrina de
la justificación que más adelante explicará detalladamente. Está estableciendo
las bases del juicio de Dios para todo hombre sin diferencia de su raza o
condición o incluso elección.
No solo el AT sino el NT, el Evangelio, nos
enseña que el juicio de Dios es según las obras. Cada uno recibirá la
recompensa debida a su obra. (Mat.
16:27; 2Co. 5:10; Ef. 6:8; Ap. 22:12).
Insisto en decir que el Evangelio no solo
proclama “Justicia imputada” sino “Justicia impartida” No es solo que Dios nos ha declarado justos
sino que nos ha hecho siervos y esclavos de la justicia. Ro.6:16,18.
Así como el judío cayó en la complacencia de
su elección, también el cristiano puede caer en la complacencia de su fe. Esto
es por lo que el apóstol Santiago tiene que amonestar a aquellos que dicen
tener fe pero no pueden mostrar las obras que la acompañan. (Snt. 2:14-26). El Señor claramente
advierte de aquellos que tenían cierta “familiaridad y conocimiento” de Él,
pero sin embargo fueron condenados por no producir las obras dignas del
arrepentimiento. Mat. 25:31ss.
Del verso 7 al 10 Pablo hace la diferencia,
no solo en el pago de las obras, sino en la actitud del corazón de aquellos que
las hacen, ya sean buenas o malas. Unos buscan y perseveran en aquellos que
glorifica a Dios. Los otros buscan aquellos que los promueve a ellos mismos,
Pablo los llama “contenciosos”
DIOS ES JUSTO
PORQUE JUZGA SIN FAVORITISMO (V. 11)
Es importante que entendamos que la elección
de Israel no fue caprichosa sino que fue con la intención y propósito de que
fueran “luz a las naciones.” La historia nos enseña que el Señor juzgó a su
pueblo abandonando el Templo y destruyendo sus ciudades a causa de la idolatría.
La expresión “al judío primeramente y también
al griego” nos da a entender que todos están a la misma altura y nivel en
cuanto al Juicio, ya que está basado solo y exclusivamente en las obras. Es al judío
primeramente porque a ellos se les dio la ventaja de la revelación. Ro. 3:1ss.
En el verso 16 del cap. 2 Pablo ya nos
anticipó que la salvación que viene por el Evangelio es para el judío y el griego
basado solo en la fe igualmente para los dos. Esto es la justicia de Dios y la
salvación de Dios cortan a toda la humanidad por el mismo rasero.
DIOS ES JUSTO
PORQUE JUZGA SEGÚN LEY (V12-16)
En estos versículos Pablo nos
habla que toda la humanidad está bajo Ley. Aquellos que solo conocen la Revelación
Natural están bajo la Ley de la conciencia que Dios ha escrito en sus
corazones. Básicamente esta ley dice; “Así que, todas
las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. Mat 7:12.
Pero
la Revelación Especial de Dios (Tanaj) no solo es un privilegio, sino una responsabilidad
y vara de medir.
Como
la parábola del siervo infiel (Luc.
12:41-48) cada uno será juzgado según el conocimiento que su Señor le ha
dado.; “…al que mucho se le haya confiado,
más se le pedirá”
CONCLUSIÓN
La intención
de Pablo es poner al pecador (Judío y gentil) bajo el justo juicio de Dios con
el fin de entregarles la Justicia de Dios que gratuitamente ofrece por medio de la fe de Jesucristo.
La advertencia para nosotros es
no seguir el ejemplo de Israel que en su complacencia no dieron el fruto que
Dios esperaba. Nuestra elección es para
santificación y para su gloria. (Ef.
1:4ss.).