MI CAMINO

sábado, 21 de marzo de 2015


 

 

HEBREOS  4,1-3

 

El capítulo cuatro continúa explicando y amonestando acerca del reposo de Dios. Para el autor este tema del reposo es importante, y espero que para nosotros también, porque ocupa un 12% de la extensión de su epístola.

 

INTRODUCCIÓN

En esta sección vemos como el autor argumenta basándose en tres citas bíblicas donde el reposó de Dios es una invitación que aún está abierta a todo el que quiere entrar. Su argumento viene desde Génesis 2:2,  donde Dios reposa de la obra de su creación, y continúa con la invitación de David en el Salmo 95. 

El argumento lógico es que si David por medio del Espíritu Santo continúa con la invitación es porque en realidad el descanso físico al cual Josué introdujo al pueblo no es el verdadero descanso. Esto quiere decir que hay una realidad espiritual a la que hoy somos invitados a entrar por fe. Esta realidad espiritual a la que han entrado los que han creído en Cristo es el descanso de las obras propias.

 

TEMAMOS

Esta es la palabra que conecta el final del capítulo tres con el capítulo cuatro. Aquellos no pudieron entrar a causa de incredulidad. La promesa aún está abierta y algunos de vosotros aún no os habéis apropiado de ella.

El autor es consciente que no todos los que están escuchando han entrado. Es consciente de una congregación mixta, esto es, unos ya han entrado y otros parece que no han entrado. Esto es típico de cualquier congregación actual. Algunos han oído como los demás pero sus vidas no dan testimonio de haber entrado.

 

En el verso dos el autor continúa comparando a aquellos del desierto con la congregación actual. Ambos han sido “evangelizados” esta es la traducción correcta. Ambos han oído las Buenas Nuevas. El autor no nos dice específicamente al momento preciso del AT. Podría ser Ex. 19:3-6. O podría ser las buenas nuevas que trajeron Josué y Caleb. (Núm. 13 y 14). Si es este último pasaje  entonces la traducción que ofrece la RVA y la NVI es más propia. (Heb. 4:2) “Porque también a nosotros, como a ellos, nos han sido anunciadas las buenas nuevas; pero a ellos de nada les aprovechó oír la palabra, porque no se identificaron por fe con los que la obedecieron.” En tal caso la congregación no se identificó con la fe de Josué y Caleb y pidieron regresar a Egipto. Esta actitud era claramente desentenderse de Dios porque Él había mostrado desde el principio su propósito de congregarse con su pueblo en la tierra de la promesa.

 

Cuando Dios nos llama, nos llama al seguimiento. El llamado significa que hemos sido tomados o arrebatados en el ir, o el mover de Dios, en su propósito redentivo  para la creación. En Éxodo vemos claramente que Dios ha descendido para sacar a su pueblo de Egipto, para guiarles por el desierto y para introducirlos en la tierra desde donde saldrá la salvación a las naciones. No entrar en la tierra o volver a Egipto significa quedarse en el camino y perderse el “ir”  de Dios. El concepto piadoso-cristiano de salvación que solo tiene que ver con ir al cielo es un concepto infantil, reducido, inmaduro e incluso peligroso. El autor mismo denuncia esto mismo en sus oyentes (Heb. 6:1-3) invitándoles a proseguir a la “perfección”  Igualmente (2Pe. 1:5-10)

Como cristianos es necesario que entremos en la visión, propósito y mover de Dios y su Reino.

 

Si nos fijamos en el incidente de Núm. 13 y 14. Todos los espías trajeron buenas noticias en cuanto a que la tierra era buena. También todos los espías vieron la dificultad de la conquista, con la diferencia de que dos de ellos también vieron a Dios. La fe del cristiano no es “fe ciega” no ignoramos los gigantes, ni nuestra debilidad. No somos inmunes a la tentación, el miedo o el dolor. Pero fe es cuando hemos oído a Dios y sabemos que Él es fiel, cuando sabemos que el que nos sacó de Egipto es el mismo que nos introducirá. Nuestra vida consiste en ser fiel al Dios que es fiel.

 

PERO LOS QUE HEMOS CREIDO ENTRAMOS.

Esa es la condición del que ha creído y ha puesto toda su confianza en Cristo. La terribles palabras que escuchó aquella generación (“Juré en mi ira, no entraran en mi reposo”) esas palabras no son para el que pertenece a Cristo.

 

Poniendo juntos los versos Heb. 3:14 y Heb. 4:3 nos damos cuenta que el reposo de Dios para el cristiano entra en la categoría salvífica del “ya pero todavía no.” Lo mismo ocurre con el concepto del Reino de Dios, que en Cristo ya se ha acercado pero todavía no ha sido consumado.

El autor nos da dos perspectivas del reposo. La una es que como pueblo estamos peregrinando a ese reposo final donde Dios es todo en todos. La otra perspectiva es que ese reposo, o su anticipo, ya ha venido a nosotros en Cristo y ya hemos comenzado a “…gustar la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero” Heb. 6:5.

 

Nuestro entrar en el reposo es entrar por la fe en todo aquello que ha sido provisto por Dios en la cruz. Entramos en el reposo de la justificación y no solo la justificación imputada, sino en la justicia impartida en el nuevo pacto que ha escrito la ley en nuestros corazones. Entramos en el reposo del sacerdocio inmutable de Cristo que vive siempre para interceder por nosotros. Entramos en la confianza de que hemos recibido el espíritu de adopción por el cual clamamos Abba Padre. Entramos en el reposo de que somos hechura suya, creados (de nuevo) para buenas obras (en Cristo) preparadas desde antes de la fundación del mundo. Entramos en el reposo de que podemos entrar en el lugar santísimo por la sangre. Entramos en el reposo de que nos gozamos y gloriamos en la victoria de Cristo sobre todos nuestros enemigos. Entramos en el reposo Etc. Y así podíamos continuar casi indefinidamente. Pero todo esto es por medio de la fe poseyéndolo, atesorando, defendiéndolo, y gozándonos en ello dando alabanzas a Dios Padre por medio de Jesucristo. Y al mismo tiempo sabiendo que aunque ya hemos entrado en este reposo, aun así, no ha sido consumado. La tierra firme del cristiano es la fe. Algo que no podemos palpar o sentir con nuestros sentidos físicos pero que es eterna y perdurable porque la sustancia de la fe es la Palabra de Dios eterno.

 

CONCLUYENDO

Es de suma importancia que no perdamos de vista que el propósito de entrar en el reposo es entrar en el mover salvífico y restaurador de Dios en su creación. Incluso el Israel que entró se perdió este propósito y la tierra los vomitó. (Lev. 20:22; Ez. 36:17). Israel fue elegido para llevar la Gloria y salvación de Dios a las naciones, para ser luz a las naciones. Cuando Israel fracasa Dios levanta un Renuevo del tronco seco que cumple el propósito divino. El Evangelio al que el cristiano ha respondido es la invitación a ser injertado en este Vástago y así continuar con la tarea divina. Pablo lo pone así; “…para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme a propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor…” Ef. 3:10,11.

Ser salvos no es ir al cielo cuando muramos. Dios y su multiforme sabiduría es mucho más que esto.

 

 

miércoles, 11 de marzo de 2015




Hebreos 3:12

El autor de hebreos, después de haber presentado el ejemplo negativo de la generación que no entró en el reposo de Dios, pasa a exhortar a sus oyentes con una advertencia muy severa, a la cual haremos bien si nosotros también atendemos.

 

UNA ADVERTENCIA MUY SEVERA

Ya hemos visto que el autor de hebreos está comparando a la congregación del desierto con sus oyentes. Ellos también en Cristo han salido y están en peregrinaje al reposo de Dios. El problema está en que algunos parecía que estaban mirando atrás, esto es, a volver al judaísmo. Esta actitud de sus hermanos (Heb. 3:1) la compara a la actitud de aquellos que provocaron y tentaron a Dios y por lo tanto, “…se apartaron del Dios vivo”

 

Cuando hablamos del reposo de Dios podría parecernos que es como si fuera un extra de las bendiciones de Dios para el cristiano que podemos tener aparte de la salvación. Pero en este versículo claramente vemos que lo que se perdieron no fue una bendición más, sino la misma salvación. El reposo de Dios no es un extra opcional.

El autor claramente dice que no entrar fue "apartarse del Dios vivo" Esta palabra "apartarse" en griego tiene el sentido de apostatar, desertar, rebelarse.

F. F. Bruce, citando al Rabino Aquiba dice que "la generación de Israelitas que perecieron en el desierto no tendrán parte en el siglo venidero." Y  Bruce, sigue diciendo; ·…una recaída del Cristianismo al Judaísmo sería comparable a la acción de los Israelitas cuando “volvieron su corazón para regresar a Egipto” , no sería un mero volver a la situación donde se encontraban antes, sino un gesto de total apostasía,  un completo romper con Dos”

Para aquellos judíos que habían sido iluminados por el Evangelio, volver a la antigua religión era apostatar de Dios, apartarse del Dios vivo.

Recordemos que la epístola comienza diciéndonos que esta es la última vez que Dios habla al hombre. Es la última palabra en el Hijo.  Aquella generación rechazó a Moisés, pero esta generación estaría rechazando al Hijo. La epístola continuará demostrando que una vez venida la Nueva y última revelación de Dios, la antigua revelación ha sido suplantada y no es eficaz para salvación. (Heb. 7:18-19; 8:7-13; 10:9).

 

UNA SOLUCIÓN

El autor reconoce que aún nos encontramos en peregrinaje al reposo de Dios, (simbolizado por la Tierra Prometida) y aún que ya estamos disfrutando en parte de ese reposo, (simbolizado por la celebración del Shabat), aún así la realidad del “pecado que nos asedia” (Heb. 12:1) es un hecho real que tiene la capacidad de engañarnos. La Palabra nos enseña claramente que no estamos bajo el poder del pecado (Ro. 6) pero aún estamos bajo la influencia del pecado. La senda del justo es una progresiva liberación del pecado como dice Pro. 4:18Más la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”.

Es por esto que el autor apela y confía en la vida de comunidad donde hay suficiente madurez para exhortarnos unos a otros sin necesidad de juzgar o condenar ya que todos estamos en el camino y ninguno ha llegado ya.

 

Miremos brevemente lo que es la exhortación bíblica;

La exhortación bíblica ha de ser con intención de restaurar, ha de ser en un espíritu de humildad reconociendo que uno mismo también puede ser tentado al igual que le ha ocurrido al hermanos. (Ga. 6:1)

Ha de ser con la intención de estimular, animar y edificar (1Te. 5:11; Heb. 10:24) Ha de ser con un corazón paternal (1Te. 2:11). Ha de ser con paciencia y con doctrina (2Tim. 4:2; 1Te. 4:18). Ha de ser por medio de la palabra de Cristo que ya mora en el individuo y aplicando esta palabra con sabiduría. Todo esto ha de ser hecho en el nombre del Señor.  

La misma palabra en griego (parakaleo) ayuda mucho en entender el significado de exhortar; “llamar a alguien para que se acerque” “invitar, invocar.” Exhortar a alguien es una invitación a peregrinar juntos con el fin de animar, edificar y sostener en momentos de debilidad.

Aunque el Evangelio nos ha llegado como individuos, sin embargo la invitación es a formar parte de la comunidad, el Cuerpo, el pueblo de Dios. Vivimos en un tiempo donde el espíritu individualista del mundo nos influencia demasiado en nuestra vida de comunidad y buscamos nuestra propia experiencia o ministerio o éxito. Es necesario que busquemos y seamos motivados por la  visión de Reino, el Reino de Dios y dejemos de lado toda espiritualidad individualista donde casi privatizamos a Dios.

 

PERSEVERANCIA ES SEÑAL DE SALVACIÓN FINAL

Mientras se dice hoy quiere decir que aún no hemos llegado al destino final. Ahora bien, mientras se dice hoy quiere decir también que estamos oyendo la voz del Espíritu porque hemos sido hechos participantes o compañeros  de Cristo.

 

Es necesario que entendamos bien este versículo porque de lo contrario parecerá que está diciendo que somos participantes de Cristo a condición de perseverar. Como si la perseverancia fuera lo que nos proporciona la participación de Cristo. Nuestra participación de Cristo, esto es, toda la obra redentora y su ministerio presente sacerdotal, son algo que Dios ya ha hecho y por el Espíritu participamos. El autor dice claramente que ya hemos sido hechos participantes de Cristo. El “si” no es tanto un si condicional, sino un “si” demostrativo. Esto es, y poniendo el verso al revés sería así; “si no retenemos hasta el fin la confianza es porque no hemos sido hechos participantes de Cristo en primer lugar.

Una traducción diferente y que puede darnos más luz es la RVA; “Porque hemos llegado a ser participantes de Cristo, si de veras retenemos el principio de nuestra confianza hasta el fin.”  

Pablo también usa esta manera de hablar en varios versículos, por ejemplo; “Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” Ro. 8:9.  Mirar también Ro. 8:17; 11:22; 2Co. 13:5; Col. 1:22-23.

 

Claramente el autor está exhortando pastoralmente a aquellos que habían profesado fe en Jesucristo y que al mirar atrás estaban dando señales de que esa “aparente fe” no era suficiente para llevarles hasta el final. Esto lo vemos claramente en la aplicación de este argumento que nos viene en (4:1). Aunque el llamado es a toda la congregación, sin embargo va dirigido a “alguno de vosotros” Lamentablemente nos podemos perder esto si no sabemos que el “ninguno” del verso (3:12) es la misma palabra griega (tis) del verso (4:1). Los traductores han decidido traducir “ninguno” en el verso (12) y “alguno” en el verso (4:1).

La traducción (Biblia de las Américas) ha sido más constante en su traducción usando siempre “algunos”

 

Retener la confianza del principio es simplemente aquella fe por la que nos confiamos totalmente a Dios el día que escuchamos su voz por medio del Evangelio. Esa fe se convierte en fidelidad a Dios sin importar las circunstancias, sabiendo que el mismo Dios que nos sacó de la esclavitud de Egipto nos introducirá en la libertad de Sión.

 

TRES PREGUNTAS Y UNA CONCLUSIÓN

El autor termina este argumento con tres preguntas que le llevarán a una conclusión. Los que salieron de Egipto le provocaron por falta de fe. Dios estuvo disgustado cuarenta años porque no creyeron las buenas Nuevas de la tierra prometida (Mirar Núm. 13, 14,15). El juramento vino contra aquellos que desobedecieron por no haber creído que Dios estaba con ellos.

 

Claramente el autor está reduciendo todo a lo que ya mencionó en el verso 12, esto es, “corazón malo de incredulidad”. La incredulidad es la perversión del ser humano que entró en el Edén. Salvación es la restauración del hombre o restablecimiento del hombre a la confianza en Dios. Incredulidad no solo es pecado, sino que yo diría que incredulidad es el pecado. Todo pecado es incredulidad y todo pecado tiene su raíz en la incredulidad. Por lo contrario, salvación es fe, santidad es fe, obediencia es fe y todo lo que tiene que ver con la vida del cristiano es fe.

Trayendo lo que acabamos de decir a la idea del reposo de Dios es cuando el cristiano ha entrado y vive en un total abandono a Dios. No un abandono en resignación, sino en confianza, intimidad, seguridad, fe y libertad. Por ello el autor lo pone así en el verso 6; “si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”

Vivir en el reposo es vivir en confianza, en inmovilidad, en la seguridad de que Dios es capaz de salvar, de terminar la obra que comenzó. Es estar totalmente persuadido de Dios y su poderosa obra redentora en Cristo por medio del Espíritu.

 

ORACIÓN

Oremos hoy por aquellos que titubean, por los que no están andando con nosotros. Le pedimos a Dios “que no haya en ninguno de ellos corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo.