HEBREOS
4,1-3
El capítulo cuatro continúa explicando y
amonestando acerca del reposo de Dios. Para el autor este tema del reposo es
importante, y espero que para nosotros también, porque ocupa un 12% de la
extensión de su epístola.
INTRODUCCIÓN
En esta sección vemos como el autor argumenta
basándose en tres citas bíblicas donde el reposó de Dios es una invitación que
aún está abierta a todo el que quiere entrar. Su argumento viene desde Génesis
2:2, donde Dios reposa de la obra de su
creación, y continúa con la invitación de David en el Salmo 95.
El argumento lógico es que si David por medio
del Espíritu Santo continúa con la invitación es porque en realidad el descanso
físico al cual Josué introdujo al pueblo no es el verdadero descanso. Esto
quiere decir que hay una realidad espiritual a la que hoy somos invitados a
entrar por fe. Esta realidad espiritual a la que han entrado los que han creído
en Cristo es el descanso de las obras propias.
TEMAMOS
Esta es la palabra que conecta el final del
capítulo tres con el capítulo cuatro. Aquellos no pudieron entrar a causa de
incredulidad. La promesa aún está abierta y algunos de vosotros aún no os
habéis apropiado de ella.
El autor es consciente que no todos los que
están escuchando han entrado. Es consciente de una congregación mixta, esto es,
unos ya han entrado y otros parece que no han entrado. Esto es típico de
cualquier congregación actual. Algunos han oído como los demás pero sus vidas
no dan testimonio de haber entrado.
En el verso dos el autor continúa comparando
a aquellos del desierto con la congregación actual. Ambos han sido
“evangelizados” esta es la traducción correcta. Ambos han oído las Buenas
Nuevas. El autor no nos dice específicamente al momento preciso del AT. Podría
ser Ex. 19:3-6. O podría ser las
buenas nuevas que trajeron Josué y Caleb. (Núm.
13 y 14). Si es este último pasaje entonces la traducción que ofrece la RVA y la
NVI es más propia. (Heb. 4:2) “Porque también a nosotros, como a ellos, nos han sido anunciadas las
buenas nuevas; pero a ellos de nada les aprovechó oír la palabra, porque no se
identificaron por fe con los que la obedecieron.” En tal caso la
congregación no se identificó con la fe de Josué y Caleb y pidieron regresar a
Egipto. Esta actitud era claramente desentenderse de Dios porque Él había
mostrado desde el principio su propósito de congregarse con su pueblo en la
tierra de la promesa.
Cuando Dios nos
llama, nos llama al seguimiento. El llamado significa que hemos sido tomados o
arrebatados en el ir, o el mover de Dios, en su propósito redentivo para la creación. En Éxodo vemos claramente
que Dios ha descendido para sacar a su pueblo de Egipto, para guiarles por el
desierto y para introducirlos en la tierra desde donde saldrá la salvación a
las naciones. No entrar en la tierra o volver a Egipto significa quedarse en el
camino y perderse el “ir” de Dios. El
concepto piadoso-cristiano de salvación que solo tiene que ver con ir al cielo
es un concepto infantil, reducido, inmaduro e incluso peligroso. El autor mismo
denuncia esto mismo en sus oyentes (Heb.
6:1-3) invitándoles a proseguir a la “perfección” Igualmente (2Pe. 1:5-10)
Como cristianos
es necesario que entremos en la visión, propósito y mover de Dios y su Reino.
Si nos fijamos
en el incidente de Núm. 13 y 14.
Todos los espías trajeron buenas noticias en cuanto a que la tierra era buena.
También todos los espías vieron la dificultad de la conquista, con la
diferencia de que dos de ellos también vieron a Dios. La fe del cristiano no es
“fe ciega” no ignoramos los gigantes, ni nuestra debilidad. No somos inmunes a
la tentación, el miedo o el dolor. Pero fe es cuando hemos oído a Dios y
sabemos que Él es fiel, cuando sabemos que el que nos sacó de Egipto es el
mismo que nos introducirá. Nuestra vida consiste en ser fiel al Dios que es
fiel.
PERO LOS QUE HEMOS CREIDO ENTRAMOS.
Esa es la
condición del que ha creído y ha puesto toda su confianza en Cristo. La
terribles palabras que escuchó aquella generación (“Juré en mi ira, no entraran
en mi reposo”) esas palabras no son para el que pertenece a Cristo.
Poniendo juntos
los versos Heb. 3:14 y Heb. 4:3 nos
damos cuenta que el reposo de Dios para el cristiano entra en la categoría salvífica
del “ya pero todavía no.” Lo mismo ocurre con el concepto del Reino de Dios,
que en Cristo ya se ha acercado pero todavía no ha sido consumado.
El autor nos da
dos perspectivas del reposo. La una es que como pueblo estamos peregrinando a
ese reposo final donde Dios es todo en todos. La otra perspectiva es que ese
reposo, o su anticipo, ya ha venido a nosotros en Cristo y ya hemos comenzado a
“…gustar la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero” Heb. 6:5.
Nuestro entrar en el reposo es
entrar por la fe en todo aquello que ha sido provisto por Dios en la cruz.
Entramos en el reposo de la justificación y no solo la justificación imputada,
sino en la justicia impartida en el nuevo pacto que ha escrito la ley en
nuestros corazones. Entramos en el reposo del sacerdocio inmutable de Cristo
que vive siempre para interceder por nosotros. Entramos en la confianza de que
hemos recibido el espíritu de adopción por el cual clamamos Abba Padre.
Entramos en el reposo de que somos hechura suya, creados (de nuevo) para buenas
obras (en Cristo) preparadas desde antes de la fundación del mundo. Entramos en
el reposo de que podemos entrar en el lugar santísimo por la sangre. Entramos
en el reposo de que nos gozamos y gloriamos en la victoria de Cristo sobre
todos nuestros enemigos. Entramos en el reposo Etc. Y así podíamos continuar
casi indefinidamente. Pero todo esto es por medio de la fe poseyéndolo,
atesorando, defendiéndolo, y gozándonos en ello dando alabanzas a Dios Padre
por medio de Jesucristo. Y al mismo tiempo sabiendo que aunque ya hemos entrado
en este reposo, aun así, no ha sido consumado. La tierra firme del cristiano es
la fe. Algo que no podemos palpar o sentir con nuestros sentidos físicos pero
que es eterna y perdurable porque la sustancia de la fe es la Palabra de Dios
eterno.
CONCLUYENDO
Es de suma importancia que no
perdamos de vista que el propósito de entrar en el reposo es entrar en el mover
salvífico y restaurador de Dios en su creación. Incluso el Israel que entró se
perdió este propósito y la tierra los vomitó. (Lev. 20:22; Ez. 36:17). Israel fue elegido para llevar la Gloria y
salvación de Dios a las naciones, para ser luz a las naciones. Cuando Israel
fracasa Dios levanta un Renuevo del tronco seco que cumple el propósito divino.
El Evangelio al que el cristiano ha respondido es la invitación a ser injertado
en este Vástago y así continuar con la tarea divina. Pablo lo pone así; “…para
que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la
iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme a
propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor…” Ef. 3:10,11.
Ser salvos no es ir al cielo
cuando muramos. Dios y su multiforme sabiduría es mucho más que esto.