MADITACIONES
EN HECHOS DE LOS APOSTOLES
Hechos 1:3
REPASO LECCION
ANTERIOR.
Según vimos en la lección anterior el libro
de los hechos es el segundo tomo que escribe Lucas a Teófilo.
Dejamos claro que el Evangelio trata de “…las
cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar” dando a entender con esto que el
segundo tomo se trata de “las cosas que Jesús resucitado y glorificado continuo
haciendo y enseñando por medio de su iglesia llena del Espíritu Santo”
En la conclusión de la lección anterior
recalqué que como iglesia es necesario que tengamos la Visión del Reino de Dios
delante de nosotros. Esto es precisamente lo que Jesús hizo con sus discípulos
durante los 40 días entre la resurrección y la ascensión. (Hch. 1:3).
El énfasis de la enseñanza de Cristo antes de
despedirse fue acerca del Reino de Dios.
Era necesario que sus discípulos entendieran claramente y tuvieran la visión
del Reino.
¿QUÉ ES EL REINO
DE DIOS?
En primer lugar el Reino de Dios no es un
lugar geográfico donde los cristianos van cuando mueren. Para entender mejor lo
que el Reino de Dios lo tenemos que mira
según sus sinónimos. Esto es; el Reino de Dios es la Soberanía de Dios, el
gobierno de Dios, el dominio de Dios. Es todo lugar donde se recibe y se hace
la voluntad de Dios en la Tierra. Así nos enseñó Jesús a orar.
Entramos en el Reino solo cuando nos
arrepentimos de andar en nuestros caminos y voluntad, y acatamos la soberanía y
voluntad de Dios haciéndonos sus siervos. En otras palabras, entramos en el
Reino de Dios cuando hacemos a Jesucristo nuestro Señor. Lamentablemente muchos
cristianos solo quieren que Jesús sea su Salvador.
Para entender mejor lo que es el Reino de
Dios es necesario que demos un vistazo rápido y panorámico de la Biblia.
En Génesis vemos a Dios creando una Tierra que
es buena donde pone al Hombre para que la rija como Virrey. El hombre se revela
y se alía con el Príncipe de este mundo trayendo esclavitud, enfermedad,
muerte, opresión y todo lo que vemos diariamente en la noticias. Dios, que no
solo es creador pero restaurador elige a Abraham para que por medio de su
simiente sean benditas todas las familias de la tierra. De esta simiente sale
el pueblo que Dios elige para revelarse a ellos, habitar en medio de ellos y
para que sean su Siervo con el fin de que sean “Luz a las Naciones,” Para que
llenen la tierra del conocimiento de Dios y así vuelva el Dominio de Dios al
Planeta y por tanto la Renovación.
Este pueblo malentiende la elección divina y
fracasan rotundamente, por lo que Dios abandona el Templo y exilia a su pueblo.
Sin embargo los profetas comienza a ver y
predecir que aunque las promesas no se cumplen en el pueblo, si que se cumplen
en un Individuo representativo, que pagará por el pecado de todos y traerá en
su fidelidad el Reino de Dios. Este es el Ungido de Jehová que; “será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor
Dios le dará el trono de David su padre y reinará sobre la casa de Jacob para
siempre, y su reino no tendrá fin.” Luc.
1:32,33.
Podemos decir que la Biblia es la historia de
la reconquista del planeta Tierra por Dios encarnado y culminando en la Cruz, donde usurpo el dominio a Satanás; “…despojando a los principados y a las
potestades, los exhibió públicamente triunfando sobre ellos en la cruz.” Col. 2:15. Y también; Ef. 1:18-23.
Nos será muy difícil entender la Biblia, el
cristianismo, la salvación y aún a Dios si no lo miramos todo bajo esta
perspectiva del propósito eterno de Dios. Es como tratar de hacer un
puzzle sin tener delante la foto del paisaje.
Después de 2000 años de cristianismo hemos
individualizado a Dios, esto es, lo hemos hecho nuestro “diosito” que está ahí
para nuestros intereses y aspiraciones personales. Hemos trivializado al Mesías de Dios y su
obra universal que vino a realizar creyendo que todo se reduce a llevarnos al
cielo.
EL REINO SE HA
ACERCADO.
Con la venida del Mesías, esto es con la
venida del Rey, el Reino de Dios se ha acercado, ha sido inaugurado. Este es el
mensaje de Jesús en su ministerio terrenal y este es el mensaje que encarga a
sus discípulos. (Mar. 1:14,15). Con la venida de Juan termina la ley y los
profetas y el Reino se anuncia. (Luc. 16:16). Lucas Menciona 47 veces la frase
Reino de Dios en su evangelio diciéndonos que; Jesús vino para anunciar el
Reino (Luc. 4:43; 8:1.) El anuncio del Reino va acompañado de sanidades. (Luc.
9:2; 9:11: 10:9) La expulsión de demonios es señal de que el Reino se ha acercado
(Luc. 11:20). El Reino es semejante a
una semilla de mostaza o un poco de levadura
que secretamente crecen (Luc. 13). La puerta del Reino es estrecha (Luc.
13:24) por lo tanto es necesario esforzarse para entrar (Luc. 16:16). y Poner
la mano en el arado sin mirar atrás (Luc. 9:60). El reino viene sin advertencia
y señales y está en medio nuestro (allí donde está Cristo, donde dos o tres se reúnen
en su nombre) (Luc. 17:20, 21) Fuera del Reino es el lloro y el crujir de
dientes. (Luc. 13:18).
En Hechos de los apóstoles, Lucas no menciona
el Reino de Dios tantas veces pero lo engloba mencionándolo en el primer y último capítulo. Y
al igual que en el Evangelio la predicación del Evangelio es el anuncio del
Reino de Dios con las señales que le siguen.
¿Y AHORA QUÉ?
Como he mencionado antes el Reino de Dios ha
sido inaugurado con la venida del Rey y ha sido confirmado con su resurrección,
por lo que dice; “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra por tanto
id…” Los que hemos creído hemos recibido el Espíritu Santo que es el Espíritu
del Siglo venidero. Hemos recibido un anticipo, una primicia de la vida del
Reino venidero.
Es por medio de este Espíritu que esperamos
la consumación del Reino, en la restauración de todas las cosas. Es por este
Espíritu que “gemimos dentro de nosotros mismos”
Por tanto es la responsabilidad del creyente
y sobretodo de la Comunidad del Rey (La Iglesia)
1.
Vivir, manifestar y mostrar al
mundo la vida del Reino que ha de ser consumado y que ya opera en nosotros como
anticipo por medio el Espíritu. La iglesia ha de ser para el mundo la muestra
presente del Reino venidero, la expresión del Reino de Dios en amor, justicia y
verdad.
2.
Es nuestra responsabilidad orar el Reino de Dios en la tierra como
Jesús nos enseñó en el “Padre Nuestro” y como vemos a la iglesia primitiva que nació
y creció en oración.
3.
Es nuestra responsabilidad anunciar, proclamar el Reino de Dios con y
en el poder del Espíritu Santo que hemos recibido. “Porque el reino de Dios no
es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.” Ro. 14:17.
4.
Es nuestra responsabilidad implementar el dominio sobre la huestes de las tinieblas que Cristo realizo en la cruz. (Ef. 1:21; 3:10)
Como iglesia local es necesario que captemos
esta visión y corramos con ella si no queremos caer en el espíritu de estos
tiempos, espíritu individualista y egoísta ocupado en la prosperidad y
realización personal.
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