MI CAMINO

martes, 28 de julio de 2015


Hebreos 6,1

 

El autor de hebreos, exhortando a sus oyentes, les insta a que dejen los rudimentos de la doctrina de Cristo. Estos rudimentos son enumerados como el fundamento sobre los cuales debemos extendernos a la perfección. La palabra perfección que aquí usa el autor solo aparece dos veces más en el N T Esto es, Heb. 5:14 y Col. 3:14. Tiene el sentido de “completo”. Es esa madurez que los oyentes necesitan para entender la doctrina del sacerdocio de Cristo que seguirá explicando más detenidamente en los siguientes capítulos.

 

Las dos primeras doctrinas de Cristo, al igual que las demás, van emparejadas, estas son; “arrepentimiento de obras muertas y fe para con Dios”

¿A qué se  refiere el autor con la frase “obras muertas”? Los comentaristas apuntan que puede referirse a las obras que llevan a muerte, esto es, las obras que se practican antes de venir a Cristo. Pero también puede referirse a las obras que se practican con la intención de ganar mérito o favor delante de Dios.

 

Jaimeson-Fauset-Brown dice que  obras muertas son “obras que no surgen de principio vital de la fe y amor hacia Dios, y así tenidas, como el hacedor de ellas, muertas delante de Dios.”

 

Tambien Vincent´s Wor Studies dice que no se refiere a “obras en el sentido ordinario de la palabra, sino obras sin el elemento de vida que viene por medio de la fe en el Dios vivo. Hay una fuerte oposición entre obras muertas y fe. Ambas son contrarias.”

 

Obras muertas son aquellas que el individuo hace con la intención de ser aceptado por Dios o justificado delante de Dios. Son obras a las que atribuimos mérito personal en cuanto a nuestra relación con Dios.

Pablo nos demuestra claramente en sus epístolas que la justicia solo es posible por medio de la fe y no por las obras de la ley. (Ro. 3:28; 4:13; 9:32; Ga. 2:16; 3:1-13; Ga.5:4; Tit. 3:5-7).

Sin embargo, creo yo, que hay bastante ignorancia en el mundo evangélico al papel que las buenas obras juegan en la vida del creyente.

La reforma protestante nos regaló la gloriosa  verdad de la justificación por la fe y nos libró de las cadenas de las obras que tanto había enfatizado el catolicismo. Pero como se suele decir, parece que hemos tirado al bebé con el agua del baño.

Con esto quiero decir que se ha ignorado el papel importantísimo que juegan las buenas obras en la vida del cristiano. En este estudio daremos un vistazo rápido por el NT con el fin de tener una teología de las obras.

 

LAS OBRAS EN LOS CUATRO EVANGELIOS.

Jesús enseña que las buenas obras de los creyentes son luz a los hombres para que glorifican al Padre (Mat.5:16). Cuando Jesús venga en la gloria del Padre pagará a cada uno según las obras que haya hecho (Mat. 16:27) Exhorta a sus discípulos a que no hagan las obras de los fariseos que ponen cargas sobre los hombres, pero ellos no las cumplen y las que hacen solo es para ser vistos por los demás. (Mat. 23:3,5).

Juan el Evangelista nos revela la estrecha relación que tienen las obras que Cristo hizo y su vocación. Las obras daban testimonio de que el Padre le había enviado y también la unión que existía entre los dos. (Jn. 5:20,36; 9:4; 10:25, 32,37; 14:10,11) En este contexto de unión entre Él y el Padre es que anticipa a sus discípulos que ellos también harán las mismas obras por medio de la unión de Cristo y ellos por el Espíritu. (Jn. 14:12) En este contexto de la unión entre el Padre, Él y los discípulos es que Jesús enseña sobre la venida del Espíritu Santo y el símil de “La Vid Verdadera”  

También en este evangelio de Juan es que Jesús enseña sobre la procedencia de las obras en los hombres, o al menos en los fariseos de su tiempo (Jn. 8:39-41).  De igual modo las buenas obras de los que creen en Él tienen su origen en Dios. (Jn. 3:19-21). Por tanto es necesario creer o tener fe en Cristo para poder hacer las obras de Dios (Jn. 6:28,29). Esto nos anticipa la teología de Pablo sobre las obras.

 

LAS OBRAS EN HECHOS

Solamente aparece tres veces la palabra obra en Hechos. La primera es el pecado de idolatría del pueblo en el desierto que Esteban menciona en su defensa (Hch. 7:41) La segunda mención es con respecto al testimonio de Tabita, la cual “…abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía” El Espíritu Santo resalta el testimonio de esta mujer dando a entender, como veremos más adelante, que esto es de esperar de los creyentes.

Por último Pablo menciona las obras cuando resume en qué consiste su llamado a los gentiles (Hch. 26:20) Pablo predicaba “arrepentimiento”, “conversión a Dios” y “obras dignas de arrepentimiento”

Dos pasajes podemos conectar con este. El primero es nuestro texto de Hebreos que dice “…arrepentimiento de obras muerta y fe en Dios” Recordemos que este es el rudimento de la doctrina de Cristo.

El segundo pasaje es Luc. 3:8-14. Aquí vemos la proclamación de Juan el bautista exhortando a que se arrepintieran e hicieran “…frutos dignos de arrepentimiento” Estos dos textos dan a entender que obras y fruto son sinónimos por lo que sería necesario mirar en todo el NT los lugares que menciona la palabra “fruto” para tener un mejor entendimiento del tema.  Brevemente recordemos que Jesús enseña que el árbol se conoce por su fruto y que el pámpano que no lleva fruto es cortado al igual que la higuera son fruto es arrancada. También la semilla plantada en buena tierra da su fruto.

 

LAS OBRAS EN LAS EPISTOLAS DE PABLO

Pablo nos enseña clara y enfáticamente que la justificación o la declaración de justos juntamente con el llamado de gracia solo es por medio de la fe sin las obras de la ley (Ro.3:20,28; 4:2,6; 9:11,32; Ga. 2:16; Ef. 2:9; 2Ti. 1:9) de hecho que aquellos que dependen de las obras de la ley están bajo maldición (Ga. 3:10) Incluso el favor de Dios, esto es, maravillas y derramamientos del Espíritu,  no puede ser ganados o merecidos por las obras de la Ley (Ga. 3:2,5)  

Con respecto a las obras, para Pablo hay un antes y después. Antes andábamos según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire (Ef. 2:2ss; Col. 1:21) en ese tiempo hacíamos “las obras de las tinieblas” las cuales tenemos que desechar (R0. 13:12) y por el Espíritu hacer morir (Ro. 8:13) permitiendo al Espíritu dar su fruto de amor (Ga. 5:22). Este es el propósito de la Nueva Creación en Cristo que podamos andar en buenas obras preparadas de antemano por Dios (Ef. 2:10) Cristo se dio a sí mismo para purificar para sí un pueblo celoso de buenas obras (Tit. 2:14). La ocupación de los miembros de las iglesias de Pablo han de ocuparse en buenas obras (Tit. 3:8,14)  Las hermanas han de vestirse de buenas obras (1Tim. 2:10) Las viudas pueden recibir ayuda de la iglesia si tiene testimonio de buenas obras (1Tim. 5:10) Los ricos de la iglesia han de ricos en buenas obras, dadivosos y generosos (1Tim. 6:18) Los ancianos ser ejemplo de buenas obras (Tit. 2:7). A estos especialmente les advierte que sus obras ya sean buenas o malas, antes o después les serán reveladas. (1Ti. 5:25)

 

LAS OBRAS EN LAS EPISTOLAS GENERALES

En la epístola a los Hebreos vemos nuevamente la buenas obras (Heb. 10:24) a las que tenemos que estimularnos unos a otros y las obras muertas (Heb. 6:1) de las cuales solo la sangre de Cristo puede limpiar nuestra conciencia (Heb. 10:24). Aquellos que han entrado de pleno en el sacerdocio de Cristo han reposado de sus obras, han entrado en el Reposo de Dios que sigue obrando.

 

Para el apóstol Santiago las obras del creyente son la demostración clara de la fe (Sat. 2:14,17,17,20,22,26) de hecho que la fe sin obras es una fe muerta, esto es, no produce salvación.

 

LAS OBRAS Y EL JUICIO (APOCALIPSIS)

Apocalipsis es el libro de la revelación de Jesucristo como aquel que tiene autoridad y es digno de abrir los sellos del Libro. Esto es digno de hacer juicio, juicio a las naciones, a los vivos y a los muertos. Pero es necesario que el juicio empiece primero por la casa de Dios. Apocalipsis comienza primero con un mensaje particular a cada una de las siete iglesias. Cada una de ellas es juzgada por sus obras. “…Yo conozco tus obras” (Ap. 2:2, 9, 13,19; 3:1, 8,15) a los que han perdido el primer amor les aconseja que hagan las primeras obras (Ap. 2:5) a los que amonesta y no se arrepienten de sus obras les castigará con tribulación (Ap. 2:21-23) Tanto a los fieles como a los infieles  “dará a cada uno según sus obras” (Ap. 2:23)  los que guardan Sus obras hasta el fin, les dará autoridad sobre las naciones. (Ap. 2:26).

 

Aquellos que mueren en el Señor, descansan de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen (Ap. 14:13) Y el lino fino de la esposa son las acciones justas (obras) de los santos (Ap. 19:8). Esto nos indica claramente que toda obra que el justo hace en el Señor tendrá su recompensa en el dia del Señor cuando todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo

 

Finalmente Dios juzgará a “los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Ap. 20:12,13)

 

(Hablaremos más de este tema cuando veamos la doctrina de la resurrección y el juicio eterno)

 

CONCLUSIÓN:

Básicamente hemos visto tres clases de obras en nuestro estudio. Las obras malas son aquellas que provienen del Príncipe de este mundo. Las obras buenas son aquella cuyo origen es Dios y obras muertas son aquellas en sí mismas pueden ser buenas pero no originan en Dios sino en el hombre, y con la intención de buscar el favor divino. Dios ha de ser el origen, el medio y el final de toda obra buena en el hombre. De Él, por El y para El son todas las cosas. Pablo dique que Dios produce el querer y el hacer en el creyente. Cuando el hombre pecó abandonó a Dios como el Padre de las luces, de donde viene toda dadiva y don perfecto. Cada cual se fue por su propio camino dice Isaías.

Redención es el regreso a la voluntad y gloria de Dios. El abandono a mi independencia y el regreso a la sumisa dependencia de Dios, Cristo demostró esto haciéndose humano para glorificar al Padre por medio de las obras que el Padre le dio que hiciera y en ese acto de glorificar al Padre Jesús fue glorificado y reivindicado como Hijo. Nosotros también seremos reivindicados como hijos en la resurrección. Al igual que Cristo nosotros también estamos llamados a “ser llenos del conocimiento de la voluntad de Dios…para andar como es digno del Señor, agradándole y llevando fruto en toda buena obra…” Col. 1:9-10.

Estas obras que proceden de Dios fueron preparadas de antemano para que andemos en ellas. Ef. 2:10.

Obras son servicio a Dios y a los hombres en un espíritu de amor. Prácticamente cubren todos los aspectos de la vida del individuo si hacer distinción entre secular y religioso. Puede ser desde adorar a Dios hasta lavar los pies a los santos. Dios es el Siervo por antonomasia.

Finalmente las obras que hacemos ahora, aunque ya hemos dejado suficientemente claro que no tiene valor para ser justificados, si que tienen un valor fundamental en la resurrección. Todos seremos juzgados, recompensados y puestos en autoridad según las obras que hayamos hecho mientras en el cuerpo.

 

 

 

 

sábado, 4 de julio de 2015


Hebreos 5, 11-14

 

Es precioso ver como el autor de Hebreos, inspirado por el Espíritu, ha ido construyendo su argumento central que es el Sacerdocio de Cristo. Básicamente el capítulo uno nos habla del Hijo exaltado, en el capítulo dos nos habla del Hijo humillado identificándose con sus hermanos. El capítulo tres y cuatro nos habla del reposo de Dios y el ejemplo de los que no entraron por desobediencia. En el capítulo cinco introduce el sacerdocio de Cristo según el orden de Melquisedec, dando a entender que entrar en el reposo de Dios tiene que ver con un pleno entendimiento y apropiación por la fe de dicho sacerdocio.

Ahora desde 5:11 hasta 6:19, el autor abre un paréntesis con el fin de nuevamente amonestar y exhortar a sus oyentes sobre las serias consecuencias de no entender o entrar en los beneficios del sacerdocio de Cristo.

Después de este paréntesis, en el capítulo siete,  volverá a retomar el tema del sacerdocio de Cristo hasta el final del capítulo diez.

 

LA FRUSTRACIÓN DEL MAESTRO.

Parece ser que el autor toma un descanso de su tema, como he dicho anteriormente, para desahogar su frustración por la condición de sus oyentes. Fijémonos en estos cuatro versículos los calificativos que usa. Los llama perezosos u holgazanes en el oír (V.11). Personas que no han crecido o madurado lo suficiente como para ser útiles (V. 12).  Los llama niños (V. 13), inmaduros, con los sentidos embotados e incapaces de discernir (V.14).

¿Cómo nos sentiríamos si fuéramos nosotros los recipientes de esta epístola? Sin embargo a mi entender esta es en parte la condición de la iglesia actual. Nos gusta cantar, danzar y consumir “comida rápida” Queremos que la iglesia se convierta en espectáculo para nuestro entretenimiento. Pablo advirtió de tiempos similares a los que estamos viendo en la iglesia de occidente. (2Ti. 4:1ss).

Parece que esta condición ha estado siempre con el pueblo de Dios. El Señor mismo también amonesta por medio de su profeta Isaías, al extremo que han llegado al punto de no retorno. (Isa. 6:8-13) Este mismo pasaje bíblico usa el Señor para referirse a la generación que le esperaba y no le recibió. (Mat. 13:15ss). Y también Pablo a los judíos en Roma. Hch. 28:27.

 

Estos cristianos no eran recién convertidos. Por la fecha aproximada de la epístola podríamos pensar que algunos de ellos ya estarían en el Evangelio más de 25 años, lo suficiente para ser ya maestros capaces de digerir comida sólida. Sin embargo aún necesitaban leche al igual que la iglesia de Corinto. (1Co. 3:1ss) Es importante destacar que la madurez espiritual según Primera de Corintios, no consiste en “neumáticos” sino en “ágape.” No en los dones, sino en el amor como característica preeminente del carácter cristiano.

 

Los rudimentos de la palabra de Dios es el ABC de la doctrina de Cristo que menciona en 6:1,2. (Hablaremos de esto en el siguiente estudio) Pero ha sido mi experiencia y frustración por muchos años como pastor y maestro ver como muchos hermanos son incapaces de dejar la leche espiritual. Cuando han sido desafiados a pensar un poco más allá del ABC, se han sentido inseguros e incapaces de entender que en las Escrituras no todo es blanco o negro. Piensan como niños cuando quieren saber si “esto o lo otro es de Dios o de Satanás” Esto mismo es lo que les llevó a los Fariseos  decir que Jesús echaba los demonios por Belcebú, o no procedía de Dios porque no guardaba el Sábado. (Jn. 9:16). Otros están tan interesados en las experiencia espirituales que si no sienten “la Presencia de Dios” no están dispuestos a escudriñar las Escrituras, a pensar las Escrituras, a meditar las Escrituras con el fin de conocer a Dios y sus propósitos para orar y servir mejor.

 

 

EL DISCERNIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL

Siempre que estudiamos un versículo de la Biblia lo tenemos que entender en el contexto en que está escrito de lo contrario lo malinterpretaremos, como muchos han hecho con Heb. 10:26.

 

A simple vista parece que el discernimiento del bien y del mal se está refiriendo al aspecto moral, a diferenciar entre las buenas obras y las malas obras. Lo que está bien y mal moralmente. Pero este no es el contexto ni de la epístola en general no de la porción que estamos mirando. Como ya hemos dicho repetidas veces el contexto de la epístola es una exhortación a aquellos que después de haber profesado fe en Cristo y su obra de gracia estaban pensando volver atrás a los ritos y prácticas del Templo y el Antiguo Pacto.

El contexto de la porción que estamos tratando es el sacerdocio de Cristo y su aplicación o beneficios. Si nos fijamos el versículo anterior dice que ellos eran “…inexpertos en la palabra de justicia” que es el Evangelio de Jesucristo. Pablo dice que la justicia de Dios se revela en el evangelio (Ro. 1:17) También en 2Co. 3:9 el apóstol, hablando del “ministerio del nuevo pacto” lo llama “el ministerio de justificación”. Por tanto podemos concluir que el autor se está refiriendo a la revelación de Cristo y su obra según estaba anunciado y profetizado en el “Tanaj”.

 

¿Qué le había ocurrido a estos cristianos? Como dice en el verso 11, se habían vuelto holgazanes en escuchar la palabra sólida. Se estaban conformando con leche y rudimentos básicos. No estaban ejercitando para entender más y mejor las Escrituras. Esto les llevó a perder la sensibilidad de discernir entre doctrina buena y doctrina mala. En lugar de grano se conformaban con la paja y ya no sabían distinguir la diferencia entre paja y grano (Jer. 23:28). Esto es precisamente lo que les estaba dejando vulnerable a ser arrastrados de vuelta al templo y el sacerdocio levítico.

 

Como he mencionado anteriormente este es uno de los males que está sufriendo la iglesia actual, especialmente en occidente. Han salido un sinnúmero de seudo-predicadores o autoproclamados apóstoles y profetas, que están golosinando a sus oyentes con sicología moderna y promesas de prosperidad. Pero detrás de todo esto solamente están sus propios intereses de enriquecerse a costa de los ignorantes, como dice Pedro; “…y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” 2Pe. 2:3. Igualmente Judas advierte; “Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho” Jud. 1:16.

 

La solución a este mal presente es que todo creyente sabio se sumerja totalmente en las Escrituras y en oración para no ser engañado y “…ser llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres…” Efe. 4:14.

 

El autor de hebreos también aconseja a sus oyentes, como ya hemos visto, “…a atender con más diligencia a las cosas que hemos oído” Heb. 2:1. Pero también “…a dejar los rudimentos de la doctrina de Cristo e ir adelante, a la perfecciónHeb. 6:1. Esto miraremos en el próximo estudio, Dios mediante.  

  

 

 

 

 

 

 

 

Ro, 2:1-16 cont.

“…el cual pagará a cada uno según sus obras”

En esta porción estamos considerando el argumento que Pablo levanta sobre el juicio que recibirán los judíos, juntamente con todos los hombres; “…en el día que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio,” (V.16).

Este juicio está basado “según las obras de cada uno” (V. 6) Para sorpresa del judío, el juicio divino no tendrá en cuenta la circuncisión o la incircuncisión, como más adelante explica en los versos 25,26 y también en (1Co. 7:19; Ga. 5:5,15; Col. 3:11). Definitivamente son las obras de cada uno lo que determina la sentencia final del Juez. Es el fruto lo que determina la clase de árbol que es. (Mat. 7:17-20).

De la misma manera que la circuncisión no tiene valor alguno a la hora del juicio, también podemos afirmar que el bautismo no tiene valor alguno a la hora en que aparezcamos, (o mejor dicho, seamos manifestaos) ante el tribunal de Cristo. (2Co. 5:10,11b; 1Co. 4:5; 2Jn. 1:8).

 

Vivimos tiempos donde se predica una gracia barata, un perdón sin arrepentimiento, un seguimiento sin cruz. Una justificación como entrada libre y sin compromiso al cielo. Un Dios distorsionado donde el atributo de amor ha anulado su justicia, santidad y verdad. Pablo nos advierte de tiempos donde vendrán hombres; “…que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” 1Tim. 3:5.

 

Sin desviarme mucho del tema quiero enfatizar que Cristo no solo vino a perdonar nuestros pecados y ofensas contra Dios, sino que vino para librarnos de todo lo que ofende una relación con un Dios santo. Ser salvo significa se librado. La palabra salvación tiene que ver con rescate y liberación.

Si solo somos perdonados pero no liberados es imposible la reconciliación ya que continuamos ofendiendo.

En 1Co.6:8-11 Pablo advierte del error de pensar que la fe y la justificación no traen un antes y un después a la vida del creyente. Él dice; “esto erais…mas ya habéis sido…”

 

 

Seis días tardó Dios en crear la tierra y seis mil años está tardando en restaurarla. Ese es el plan divino, exiliar de este planeta todo pecado, toda injusticia, todo lo que se opone a la verdad, para establecer nuevamente su Reino, su dominio, donde reina la justicia y la verdad.

 

Es por esto que Pablo diferencia a dos clases de personas en los versos que estamos considerando (Ro. 2:7-10)

 

El primero es el que busca gloria, honra e inmortalidad (v7)

El segundo es el que busca lo suyo propio (según traduce NVI) (V8)

 

Hay un tema poco predicado y sin embargo muy central en el NT. Es el tema de la Resurrección. Este tema ha sido desplazado por el énfasis en asociar la salvación con “ir al cielo” Este solo es un estado intermedio del cristiano pero no el estado final que es la resurrección y la eternidad en este planeta restaurado. La Nueva Creación.  (Este tema lo miraremos más adelante) Hoy nos basta enfatizar que toda obra del cristiano tiene una recompensa en la resurrección y en el cuerpo. La  inmortalidad a la que se refiere Pablo no es la inmortalidad griega del alma, sino la inmortalidad de un cuerpo incorruptible (1Co. 15: 53-58). Enfatizo el verso 58