Ro, 2:1-16 cont.
“…el cual pagará a
cada uno según sus obras”
En esta porción estamos considerando el
argumento que Pablo levanta sobre el juicio que recibirán los judíos,
juntamente con todos los hombres; “…en el
día que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi
evangelio,” (V.16).
Este juicio está basado “según las obras de cada uno” (V.
6) Para sorpresa del judío, el juicio divino no tendrá en cuenta la
circuncisión o la incircuncisión, como más adelante explica en los versos 25,26 y también en (1Co. 7:19; Ga. 5:5,15; Col. 3:11). Definitivamente son las obras
de cada uno lo que determina la sentencia final del Juez. Es el fruto lo que
determina la clase de árbol que es. (Mat.
7:17-20).
De la misma manera que la circuncisión no
tiene valor alguno a la hora del juicio, también podemos afirmar que el
bautismo no tiene valor alguno a la hora en que aparezcamos, (o mejor dicho,
seamos manifestaos) ante el tribunal de Cristo. (2Co. 5:10,11b; 1Co. 4:5; 2Jn. 1:8).
Vivimos tiempos donde se predica una gracia
barata, un perdón sin arrepentimiento, un seguimiento sin cruz. Una justificación
como entrada libre y sin compromiso al cielo. Un Dios distorsionado donde el
atributo de amor ha anulado su justicia, santidad y verdad. Pablo nos advierte
de tiempos donde vendrán hombres; “…que tendrán apariencia de piedad, pero
negarán la eficacia de ella” 1Tim. 3:5.
Sin desviarme mucho del tema quiero enfatizar
que Cristo no solo vino a perdonar nuestros pecados y ofensas contra Dios, sino
que vino para librarnos de todo lo que ofende una relación con un Dios santo. Ser
salvo significa se librado. La palabra salvación tiene que ver con rescate y
liberación.
Si solo somos perdonados pero no liberados es
imposible la reconciliación ya que continuamos ofendiendo.
En 1Co.6:8-11
Pablo advierte del error de pensar que la fe y la justificación no traen un
antes y un después a la vida del creyente. Él dice; “esto erais…mas ya habéis sido…”
Seis días tardó Dios en crear la tierra y seis
mil años está tardando en restaurarla. Ese es el plan divino, exiliar de este
planeta todo pecado, toda injusticia, todo lo que se opone a la verdad, para
establecer nuevamente su Reino, su dominio, donde reina la justicia y la verdad.
Es por esto que Pablo diferencia a dos clases
de personas en los versos que estamos considerando (Ro. 2:7-10)
El primero es el que busca gloria, honra e
inmortalidad (v7)
El segundo es el que busca lo suyo propio (según
traduce NVI) (V8)
Hay un tema poco predicado y sin embargo muy
central en el NT. Es el tema de la Resurrección. Este tema ha sido desplazado
por el énfasis en asociar la salvación con “ir al cielo” Este solo es un estado
intermedio del cristiano pero no el estado final que es la resurrección y la
eternidad en este planeta restaurado. La Nueva Creación. (Este tema lo miraremos más adelante) Hoy nos
basta enfatizar que toda obra del cristiano tiene una recompensa en la
resurrección y en el cuerpo. La inmortalidad
a la que se refiere Pablo no es la inmortalidad griega del alma, sino la
inmortalidad de un cuerpo incorruptible (1Co. 15: 53-58). Enfatizo el verso
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