MI CAMINO

sábado, 3 de septiembre de 2022

 

Dios quiere que seamos santos, esa es su voluntad eterna y es para esto mismo que nos eligió en Cristo. (Lev. 20:7; 1Pe. 1:15,16) Dios lo quiere así porque Él mismo es Santo, porque es en esta Santidad que Él ha puesto la gloria que espera de nosotros, el gozo con el cual él quiere satisfacernos.

 

¿Pero qué es ser Santo? Como ya vimos en la meditación anterior, nuestra santidad solo consiste en una participación de la santidad de Dios. Pero para entender que es Santidad primero tenemos que considerar qué es Santidad en Dios.

Solo Dios es Santo en esencia. O dicho de otra manera, él es Santo en sí mismo. Santidad es la perfección divina, es la hermosura de su ser (1Cro. 16:9; 20:21; Sal. 27:4; 29:2; 96:9) Esta hermosura divina es el objeto de contemplación de todos los seres que le rodean en Su presencia. Sabemos esto porque solo dos veces en todas las Escrituras nos hablan de un cielo abierto. Isaías 6 y Apocalipsis 4. En ambas ocasiones podemos ver seres que proclaman Su santidad tres veces, dándonos a entender lo más sobresaliente de Su ser.

 

¿Pero en qué consiste La santidad de Dios? En Dios todo es simple. Sus perfecciones son en él realmente idénticas a él mismo, Él es absoluta verdad o realidad en sí.

 

Siempre nos faltarán palabras y conceptos para  hablar de Dios en su esencia, pero humanamente hablando, podemos decir que la santidad de Dios se compone de dos elementos, uno negativo y otro positivo. El negativo es la distancia infinita en El de todo lo que es imperfecto o impuro y esto es la distancia de todo lo que no es Dios mismo. En el aspecto positivo, Dios se adhiere por un acto inmutable y siempre presente de su voluntad al Bien Infinito; que viene a ser Él mismo.

 

Dios se conoce a sí mismo perfectamente. Su omnisciencia le presenta su propia esencia, como la norma Suprema de su actividad.

Dios nada puede querer, o hacer o aprobar que no esté de acuerdo al bien supremo, que es su esencia divina. Esta adhesión inmutable, esta suprema conformidad de la voluntad divina a la Esencia Infinita es perfecta porque en Dios la voluntad es idéntica con su esencia.

 

La Santidad divina es entonces el más perfecto amor y la Suprema fidelidad inquebrantable con la que Dios se ama a sí mismo. Y como su sabiduría suprema le muestra a Dios que Él mismo es absoluta perfección, el único ser necesario, establece su Santidad divina como el fundamento y el ejemplo universal de la única Fuente de toda Santidad creada. Esto nos lleva a entender que necesariamente al amarse a sí mismo con perfección infinita Dios también quiere que toda creatura que exista para la manifestación de su gloria le amen.

 

En base a lo que venimos diciendo ahora podemos entender el verdadero sentido del primer mandamiento; “Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma y de toda tus fuerzas. “ Dt. 6:5. El  mandamiento deja de ser mandamiento para convertirse en consejo y dirección amorosa del Padre a sus hijos adoptivos, para que alcancen la más grande bienaventuranza, que es la manifestación de su Gloria. Es en esta contemplación amorosa de su santidad que somos transformados a su imagen y hermosura.

 

 Por tanto, nuestra Santidad será más alta en cuanto a que haya en nosotros una mayor dependencia amorosa a Dios y conformidad de nuestra voluntad a la suya. En cuanto más nos unimos a Dios por medio de separarnos de todo lo que no es Dios, más será nuestra santidad.

 

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