MI CAMINO

martes, 1 de julio de 2014


Heb. 1:13

 

Venimos ante la última de las seis citas que el autor usa del AT con respecto al Hijo. Esta cita se encuentra en el salmo 110. Este salmo es el más citado en todo el Nuevo testamento. Veintidós veces en total de las cuales cinco las encontramos en el libro de Hebreos.

Jesús mismo usó este salmo disputando con los Fariseos (Mat. 22:41-46) demostrándoles que el Mesías no podía ser solo de descendencia humana, sino también divina.

La otra ocasión donde el Señor alude a este salmo es precisamente en su juicio delante del sumo sacerdote Caifás. Este, poniendo a Jesús bajo juramento le pregunto si era él el Cristo. Jesús le respondió afirmativamente y puso dos citas bíblicas juntas. El salmo 110:1 y Dan. 7:13,14. Esto fue la razón final que le condenaron a muerte, por blasfemia.  

Pedro, inspirado por el Espíritu Santo, usa este salmo en el primer sermón de la Iglesia, demostrando la resurrección de Jesús de Nazaret y su exaltación al trono de la Majestad.

 

La exaltación del Hijo

El argumento del autor es que Dios nunca jamás ha dicho a ningún ángel que se siente a su diestra, pero las Escrituras nos dan testimonia que el Hijo si ha recibido esta exaltación.  

 

Creo que sería bueno aprovechar esta ocasión para hacer un corto estudio del significado y la importancia de la exaltación de Cristo.

 

Es importantísimo que dejemos claro que esta exaltación no se está refiriendo al Hijo eterno de Dios, la segunda persona de la trinidad. Sino que se está refiriendo a Cristo, a Jesús de Nazaret, como muy bien lo pone Pedro en su sermón de pentecostés; “…A este Jesús resucitó Dios, …así que exaltado por la diestra de Dios…” Hech 2:32,33. Fijarse que Pedro está usando en nombre humano de Cristo, “Jesús”

 

La exaltación de Cristo tiene cuatro aspectos importantes que vamos a mirar por separado.

 

La resurrección.

La resurrección es el principio de la exaltación de Cristo. La resurrección de Cristo no fue como la de Lázaro que simplemente “revivió” La resurrección de Jesucristo inaugura un nuevo orden de creación totalmente diferente al orden presente. Jesús seguía teniendo un cuerpo físico (Luc. 24:39) pero el cuerpo de resurrección no está ya más sujeto a enfermedad, debilidad, cansancio, es un cuerpo de poder, incorrupto y glorioso. 1Co. 15: 42-44.  Así seremos nosotros en nuestra resurrección, ya que Él es el primer fruto de una gran cosecha.

 

La resurrección demostró la satisfacción del Padre con respecto a la obra de redención de Cristo (Isa. 53:11; Fil. 2:8,9)  Nosotros hemos sido incluidos en su resurrección y aceptados en Él. Pablo nos habla del poder de su resurrección con respecto a nuestra lucha contra el pecado presente. (Ro. 6: 9-14) Por ello su gran deseo era conocer o experimentar el poder de su resurrección. Ef. 1:17-20; Fil 3:10.

 

Con la resurrección Cristo entra en una nueva relación como Hijo y en esta nueva relación están incluidos todos aquellos que han creído.

 

La Ascensión

Cuarenta días después de su resurrección Cristo ascendió a los cielos en forma corporal (Hch. 1:3,9; Luc. 24:51) y en esta forma corporal continúa en los cielos y recibe toda la alabanza en los cielos. Fil 2:9-11; Ap. 5:9-14. Heb. 1:3-4. El es el Dios-Hombre, el Hombre representativo que está en nuestro lugar delante de Dios el Juez. Es en esta calidad que ejerce su ministerio presente como Sumo sacerdote e intercesor. Heb. 9:24; 7:25; Ro. 8:34.

 

Entronizamiento.

El siguiente paso de la Exaltación de Cristo fue sentarse a la diestra del Padre. (Hech. 2:33; Ef. 1:20-22; Heb. 1:3) Esto muestra el lugar de autoridad y poder que ha recibido como hombre para reinar sobre todo el universo. Nosotros los cristianos compartimos este aspecto de su autoridad (Ef. 2:6) en cuanto a la autoridad espiritual sobre las fuerzas del diablo. (Ef. 6:10-19; 2Co. 10:3-4)

Cristo reinará hasta que todos sus enemigos hayan sido destruidos y entonces entregará el reino a su Padre. 1Co. 15:20-28.

 

Otro aspecto de suma importancia es que el derramamiento del Espíritu Santo sobre su iglesia es consecuencia directa de Su exaltación a la diestra del Padre. Hch. 2:33

 

Regreso en Gloria.

Cristo no solo es exaltado en los cielos sino que será exaltado en la tierra y delante de sus enemigos y los que le rechazaron. Él vendrá para restaurar todas las cosas y así presentar al Padre la reconquista de la tierra como paraíso donde mora la justicia y la paz. Terminará con las consecuencias del pecado y se sentará como juez de vivos y muertos. El reino será establecido y reinará para siempre.  Ap. 1:7; 2Tes. 1:7-8; Ap. 19:11-21; Mat.25:31-46; Ap. 22:3-5,12; Ap.11:15.

 

Creo de suma importancia recalcar que todo lo que hemos visto perteneciente a la Exaltación de Cristo tiene que ver primordialmente con su encarnación. Antes de su encarnación, en la eternidad, él tenía toda la gloria, poder, dominio, y alabanza. Pero como dice claramente el Espíritu Santo Él se despojó a sí mismo tomando forma de siervo,…por lo cual Dios también le exalto hasta lo sumo…”Fil. 2:5-11.

Esto tuvo que ser así por varias razones, entre ellas es porque por un hombre entro la muerte y era necesario que por otro hombre entrara la vida y la inmortalidad. Por un hombre entro la deshonra y por otro hombre tenía que entrar la honra, etc. Y todo esto no para él mismo, sino para todos los que hemos creído en Él y hemos sido incorporados en Él por Dios.

 

Es menester que Él reine.

Para terminar me gustaría que meditáramos un poco la frase; “…hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” Otras citas bíblicas que mencionan este paisaje son: Hch. 2:34-36; 1Co. 15:25,26; Heb. 10:13.

Pablo en primera de Corintios lo dice así; “…Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a sus enemigos por estrado de sus pies.”  

Hay algunas preguntas que le podemos hacer al texto, como por ejemplo. ¿De que manera está reinando Cristo ahora? ¿De qué enemigos habla el texto? ¿Cuándo serán puestos sus enemigos por estrado de sus pies?

 

En mi opinión personal el reinado de Cristo comenzó el día de Pentecostés cuando derramó el Espíritu Santo sobre su cuerpo, la Iglesia. Él no fue exaltado sin nosotros porque Cristo no es sin nosotros. (Heb.2:11-13) El derramamiento del Espíritu Santo marca el día de su coronación, y el día en que se presenta por nosotros ante el Padre. Esa unción es la unción única del “real sacerdocio”

1Pe. 2:9; Ap. 5:10.

Él está reinando y sujetando toda fuerza del enemigo con el propósito de que su Iglesia pueda hacer la labor de anunciar el evangelio en la tierra. Mat. 28:18; Ef. 1:21ss; 3:10; 6:12ss; Col 4:3; 2Te. 3:1ss.

Cuando los discípulos le preguntaron al Señor sobre la restauración del reino a Israel, él les contestó, por así decirlo, con que la labor de ellos era esperar al Espíritu Santo y así extender su reino por medio de la predicación del evangelio.  Así que el reinado de Cristo ahora en función de la predicación del Evangelio y la edificación de la Iglesia.

 

¿Quién son esos enemigos? El primer enemigo que debemos considerar es nosotros mismos. Claramente la Escritura nos califica como enemigos de Dios antes de haber creído en Cristo. Ro. 5:10; Col. 1:21. Enemigo de Dios es todo aquel que se opone a su Reino y por medio de la carne es aliado del príncipe de este mundo. Cada persona que se convierte pasa de ser enemigo a hijo después de haber reconocido a Cristo como Señor confesándole con la lengua y doblando la rodilla. Fi. 2:10,11.

 

Por supuesto que Satanás y sus huestes son enemigos de Cristo y todos los reinos que se han aliado con este príncipe para levantar un reino que se opone a Sión. Este reino está representado por Babilonia la gran ramera. Ap. 17 y 18. El verdadero cristiano siempre está en antagonismo y lucha contra el sistema de este mundo. El Señor nos advirtió que en el mundo tendremos aflicción y Juan nos advierte que no amamos al mundo. 1Jn. 2:15ss.

 

Por último es enemigo de Cristo todo aquello que ha causado dolor y lagrimas a su pueblo. Pablo mismo nos dice en 1Co. 15 que la muerte será el último enemigo. Pero si miramos al final de Apocalipsis la lista es más larga. Ap. 21:4,8,.

 

Cristo está ahora en el trono esperando a que el número de los redimidos sea completado y entonces vendrá el que es digno de abrir el libro y desatar los sellos del juicio divino sobre sus enemigos. El que se llama “fiel y verdadero” el Verbo de Dios, el que tiene escrito en su muslo:”Rey de reyes y Señor de señores, vendrá y vengará la sangre de sus profetas. (Ap. 19:11-21). Amen

 

 

Creo que es importante que tengamos este concepto de Reino, que sepamos que hemos sido tomados por Dios para ser parte de sus propósitos o por decirlo de otra manera, ser parte de la historia de su Cristo. Hemos sido incluidos en esa nube de testigos que buscaban una patria celestial, la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

Esta visión nos ayudará más que si tan solo tenemos una visión personal,  inmediata y auto céntrica.

 

SI OYERES HOY SU VOZ

Hoy le llamamos Señor porque después de su humillación fue exaltado hasta lo sumo.

 

Hoy declaramos que Él es digno de nuestra obediencia y sumisión.

 

Reconocemos que el Espíritu que nos ha enviado es el Señor y a él estamos sujetos.

 

Su Espíritu es nuestra luz que nos guía a su Señorío.

 

El reina a través de cada palabra y acción de nuestra obediencia.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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