Heb. 1:13
Venimos ante la
última de las seis citas que el autor usa del AT con respecto al Hijo. Esta
cita se encuentra en el salmo 110. Este salmo es el más citado en todo el Nuevo
testamento. Veintidós veces en total de las cuales cinco las encontramos en el
libro de Hebreos.
Jesús mismo usó
este salmo disputando con los Fariseos (Mat.
22:41-46) demostrándoles que el Mesías no podía ser solo de descendencia
humana, sino también divina.
La otra ocasión
donde el Señor alude a este salmo es precisamente en su juicio delante del sumo
sacerdote Caifás. Este, poniendo a Jesús bajo juramento le pregunto si era él
el Cristo. Jesús le respondió afirmativamente y puso dos citas bíblicas juntas.
El salmo 110:1 y Dan. 7:13,14. Esto
fue la razón final que le condenaron a muerte, por blasfemia.
Pedro, inspirado
por el Espíritu Santo, usa este salmo en el primer sermón de la Iglesia,
demostrando la resurrección de Jesús de Nazaret y su exaltación al trono de la
Majestad.
La exaltación del Hijo
El argumento del
autor es que Dios nunca jamás ha dicho a ningún ángel que se siente a su
diestra, pero las Escrituras nos dan testimonia que el Hijo si ha recibido esta
exaltación.
Creo que sería
bueno aprovechar esta ocasión para hacer un corto estudio del significado y la
importancia de la exaltación de Cristo.
Es importantísimo
que dejemos claro que esta exaltación no se está refiriendo al Hijo eterno de
Dios, la segunda persona de la trinidad. Sino que se está refiriendo a Cristo,
a Jesús de Nazaret, como muy bien lo pone Pedro en su sermón de pentecostés; “…A este Jesús resucitó Dios, …así que
exaltado por la diestra de Dios…” Hech
2:32,33. Fijarse que Pedro está usando en nombre humano de Cristo, “Jesús”
La exaltación de
Cristo tiene cuatro aspectos importantes que vamos a mirar por separado.
La resurrección.
La resurrección
es el principio de la exaltación de Cristo. La resurrección de Cristo no fue
como la de Lázaro que simplemente “revivió” La resurrección de Jesucristo
inaugura un nuevo orden de creación totalmente diferente al orden presente.
Jesús seguía teniendo un cuerpo físico (Luc.
24:39) pero el cuerpo de resurrección no está ya más sujeto a enfermedad,
debilidad, cansancio, es un cuerpo de poder, incorrupto y glorioso. 1Co. 15: 42-44. Así seremos nosotros en nuestra resurrección,
ya que Él es el primer fruto de una gran cosecha.
La resurrección
demostró la satisfacción del Padre con respecto a la obra de redención de
Cristo (Isa. 53:11; Fil. 2:8,9) Nosotros hemos sido incluidos en su resurrección
y aceptados en Él. Pablo nos habla del poder de su resurrección con respecto a
nuestra lucha contra el pecado presente. (Ro.
6: 9-14) Por ello su gran deseo era conocer o experimentar el poder de su
resurrección. Ef. 1:17-20; Fil 3:10.
Con la
resurrección Cristo entra en una nueva relación como Hijo y en esta nueva
relación están incluidos todos aquellos que han creído.
La Ascensión
Cuarenta días después
de su resurrección Cristo ascendió a los cielos en forma corporal (Hch. 1:3,9; Luc. 24:51) y en esta
forma corporal continúa en los cielos y recibe toda la alabanza en los cielos. Fil 2:9-11; Ap. 5:9-14. Heb. 1:3-4. El
es el Dios-Hombre, el Hombre representativo que está en nuestro lugar delante
de Dios el Juez. Es en esta calidad que ejerce su ministerio presente como Sumo
sacerdote e intercesor. Heb. 9:24; 7:25;
Ro. 8:34.
Entronizamiento.
El siguiente paso
de la Exaltación de Cristo fue sentarse a la diestra del Padre. (Hech. 2:33; Ef. 1:20-22; Heb. 1:3) Esto
muestra el lugar de autoridad y poder que ha recibido como hombre para reinar
sobre todo el universo. Nosotros los cristianos compartimos este aspecto de su
autoridad (Ef. 2:6) en cuanto a la
autoridad espiritual sobre las fuerzas del diablo. (Ef. 6:10-19; 2Co. 10:3-4)
Cristo reinará
hasta que todos sus enemigos hayan sido destruidos y entonces entregará el
reino a su Padre. 1Co. 15:20-28.
Otro aspecto de
suma importancia es que el derramamiento del Espíritu Santo sobre su iglesia es
consecuencia directa de Su exaltación a la diestra del Padre. Hch. 2:33
Regreso en Gloria.
Cristo no solo es
exaltado en los cielos sino que será exaltado en la tierra y delante de sus
enemigos y los que le rechazaron. Él vendrá para restaurar todas las cosas y
así presentar al Padre la reconquista de la tierra como paraíso donde mora la
justicia y la paz. Terminará con las consecuencias del pecado y se sentará como
juez de vivos y muertos. El reino será establecido y reinará para siempre. Ap.
1:7; 2Tes. 1:7-8; Ap. 19:11-21; Mat.25:31-46; Ap. 22:3-5,12; Ap.11:15.
Creo de suma
importancia recalcar que todo lo que hemos visto perteneciente a la Exaltación
de Cristo tiene que ver primordialmente con su encarnación. Antes de su
encarnación, en la eternidad, él tenía toda la gloria, poder, dominio, y alabanza.
Pero como dice claramente el Espíritu Santo Él se despojó a sí mismo tomando
forma de siervo,…por lo cual Dios también le exalto hasta lo sumo…”Fil. 2:5-11.
Esto tuvo que ser
así por varias razones, entre ellas es porque por un hombre entro la muerte y
era necesario que por otro hombre entrara la vida y la inmortalidad. Por un
hombre entro la deshonra y por otro hombre tenía que entrar la honra, etc. Y
todo esto no para él mismo, sino para todos los que hemos creído en Él y hemos
sido incorporados en Él por Dios.
Es menester que Él reine.
Para terminar me
gustaría que meditáramos un poco la frase; “…hasta
que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” Otras citas bíblicas que
mencionan este paisaje son: Hch.
2:34-36; 1Co. 15:25,26; Heb. 10:13.
Pablo en primera de
Corintios lo dice así; “…Porque preciso
es que él reine hasta que haya puesto a sus enemigos por estrado de sus pies.”
Hay algunas preguntas
que le podemos hacer al texto, como por ejemplo. ¿De que manera está reinando
Cristo ahora? ¿De qué enemigos habla el texto? ¿Cuándo serán puestos sus
enemigos por estrado de sus pies?
En mi opinión
personal el reinado de Cristo comenzó el día de Pentecostés cuando derramó el
Espíritu Santo sobre su cuerpo, la Iglesia. Él no fue exaltado sin nosotros
porque Cristo no es sin nosotros. (Heb.2:11-13)
El derramamiento del Espíritu Santo marca el día de su coronación, y el día en
que se presenta por nosotros ante el Padre. Esa unción es la unción única del “real
sacerdocio”
1Pe. 2:9; Ap. 5:10.
Él está reinando
y sujetando toda fuerza del enemigo con el propósito de que su Iglesia pueda
hacer la labor de anunciar el evangelio en la tierra. Mat. 28:18; Ef. 1:21ss; 3:10; 6:12ss; Col 4:3; 2Te. 3:1ss.
Cuando los
discípulos le preguntaron al Señor sobre la restauración del reino a Israel, él
les contestó, por así decirlo, con que la labor de ellos era esperar al Espíritu
Santo y así extender su reino por medio de la predicación del evangelio. Así que el reinado de Cristo ahora en función
de la predicación del Evangelio y la edificación de la Iglesia.
¿Quién son esos
enemigos? El primer enemigo que debemos considerar es nosotros mismos.
Claramente la Escritura nos califica como enemigos de Dios antes de haber creído
en Cristo. Ro. 5:10; Col. 1:21.
Enemigo de Dios es todo aquel que se opone a su Reino y por medio de la carne
es aliado del príncipe de este mundo. Cada persona que se convierte pasa de ser
enemigo a hijo después de haber reconocido a Cristo como Señor confesándole con
la lengua y doblando la rodilla. Fi.
2:10,11.
Por supuesto que
Satanás y sus huestes son enemigos de Cristo y todos los reinos que se han
aliado con este príncipe para levantar un reino que se opone a Sión. Este reino
está representado por Babilonia la gran ramera. Ap. 17 y 18. El verdadero cristiano siempre está en antagonismo y
lucha contra el sistema de este mundo. El Señor nos advirtió que en el mundo
tendremos aflicción y Juan nos advierte que no amamos al mundo. 1Jn. 2:15ss.
Por último es
enemigo de Cristo todo aquello que ha causado dolor y lagrimas a su pueblo.
Pablo mismo nos dice en 1Co. 15 que
la muerte será el último enemigo. Pero si miramos al final de Apocalipsis la
lista es más larga. Ap. 21:4,8,.
Cristo está ahora
en el trono esperando a que el número de los redimidos sea completado y
entonces vendrá el que es digno de abrir el libro y desatar los sellos del juicio
divino sobre sus enemigos. El que se llama “fiel y verdadero” el Verbo de Dios,
el que tiene escrito en su muslo:”Rey de reyes y Señor de señores, vendrá y
vengará la sangre de sus profetas. (Ap.
19:11-21). Amen
Creo que es
importante que tengamos este concepto de Reino, que sepamos que hemos sido tomados
por Dios para ser parte de sus propósitos o por decirlo de otra manera, ser
parte de la historia de su Cristo. Hemos sido incluidos en esa nube de testigos
que buscaban una patria celestial, la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto
y constructor es Dios.
Esta visión nos
ayudará más que si tan solo tenemos una visión personal, inmediata y auto céntrica.
SI OYERES HOY SU VOZ
Hoy le llamamos
Señor porque después de su humillación fue exaltado hasta lo sumo.
Hoy declaramos
que Él es digno de nuestra obediencia y sumisión.
Reconocemos que
el Espíritu que nos ha enviado es el Señor y a él estamos sujetos.
Su Espíritu es
nuestra luz que nos guía a su Señorío.
El reina a través
de cada palabra y acción de nuestra obediencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario