MI CAMINO

martes, 29 de julio de 2014

Hebreos 2:5-9


En la lección anterior estuvimos considerando la exhortación del autor a que seamos diligentes con las cosas que hemos oído, ya que conciernen a una “salvación tan grande” y nuestra apatía nos puede llevar a ser reprendidos o incluso deslizarnos. Esta exhortación es un paréntesis que el autor introduce en su discurso acerca del Hijo y su superioridad a los ángeles que fueron  mediadores del viejo orden y que según dan a entender las escrituras este presente siglo ha sido confiado a los ángeles para ser administrado.
Después de la exhortación el autor no ha cambiado su tema, sigue con el tema del Hijo y los ángeles. Prueba de ello es que si seguimos la lectura desde el versículo 1:14 sin leer 2:1-4 y continuamos con el  verso 5 del capítulo dos, nos damos cuenta que fluye perfectamente.

El mundo venidero
El autor aún está hablando del mundo venidero el cual el Hijo ha heredado en su exaltación. El mundo venidero es el Nuevo Orden que fue inaugurado con el sacrificio de Cristo y será consumado en su venida. Lo que Pedro llama; “…la restauración de todas las cosas” (Hch. 3:21) Nosotros, por haber nacido del Espíritu en la resurrección de Cristo, ya hemos entrado en este Nuevo Orden, aunque la redención total aún no ha sido consumada en nosotros.  Es lo que en teología llaman; “El ya pero todavía no” ¡¡Gloria a Dios por su infinita misericordia!!
Este nuevo orden, dice el autor, no será sujeto a los ángeles, sino al hombre porque para él fue creado y entregado originalmente. Pero todos conocemos la tragedia de Génesis tres, cómo Adán se vendió al un Ángel caído que se convirtió en “…el príncipe de este mundo” (Jn. 12:31; 14:30; 16:11)

Después de esta tragedia era necesario recuperar y restaurar  toda la creación que fue sujeta a vanidad y gime con dolores de parto. (Ro. 8:18-23. Para ello fue necesario que Dios se hiciera hombre y como hombre recuperar la autoridad y el dominio despojando a los principados y potestades (Col. 2:15) y siendo exaltado hasta lo sumo (Fil 2:9-11)  Sentándose a la diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío y sobre todo nombre que se nombre, no solo en este sigo (el presente orden) sino también en el venidero (Nuevo Orden o Mundo Venidero) Ef. 1:20-22.   

Así que el “mundo venidero” que el autor menciona, la Nueva Creación, será sujetado nuevamente al hombre y este, bajo la autoridad de Cristo. Este Nuevo Orden inaugurado por Cristo es muy diferente y en ocasiones opuesto al Viejo Orden. Mateo 5,6,y 7 nos dan un corto resumen de este Nuevo Orden que ya debería ir cumpliéndose en cada creyente. Jesús lo anuncia o expone así. “…oísteis que fue dicho…pero yo os digo…” Es de suma importancia que el cristiano atienda a estas palabras de contraste entre el Viejo Orden y el Nuevo Orden. Otra frase que usa Jesús para anunciarnos el Nuevo Orden es; “…el Reino de los cielos es semejante a…” Estas son las leyes vitales y el carácter del Nuevo Orden.
Para que el Nuevo Orden pudiera ocurrir era necesario abolir  el Viejo Orden y establecer el Nuevo Orden con un Nuevo Pacto y un Nuevo Sacerdocio basado en mejores promesas, que veremos más adelante, porque de esto se ocupa fundamentalmente esta epístola, en el verso 5 nos lo dice; “…el mundo venidero, del cual estamos abalando


El autor nos lleva al salmo 8 para interpretarlo cristológicamente. Hasta ahora hemos estado viendo al Hijo de Dios en su exaltación. A partir de este momento somos introducidos al Hijo del Hombre en su humillación.

El salmista se encuentra considerando la gloria que Dios le ha dado al hombre cuando fue creado, que fue creado un poco menor que los ángeles, y aún así, lo puso en autoridad sobre todo lo que había creado (Gen. 1:26-28)
El autor de hebreos ve este salmo en referencia, no solo al primer Adán, sino con referencia al “último Adán” Cristo, que es la cabeza de la Nueva Creación y el Soberano del mundo venidero.
Cristo fue hecho menor que los ángeles por un corto tiempo en su encarnación con el fin de identificarse completamente con sus hermanos (2: 10-18). Aquí el contraste con lo mencionado en el capítulo anterior; “…hecho tanto superior a los ángeles” (1:4) y lo mencionado en el capítulo presente; “…fue hecho un poco menor que los ángeles” (2: 9).

Por causa del fracaso del primer hombre Dios se provee a sí mismo de un Hombre (Sal 80:17ss) sobre quien puede descansar la declaración de Gen. 1:26 que mencionamos antes. El es la imagen de Dios que como Espíritu vivificante engendra en el espíritu una nueva descendencia que llenará la tierra de la imagen y gloria de Dios.

“Todo lo sujetaste bajo sus pies…pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas… pero vemos a Jesús coronado de gloria y honra.” (2:8,9)

Ya, pero todavía no.
El autor ve a Cristo coronado de gloria y honra en su exaltación pero no puede pasar por alto la declaración del salmo 110:1 que dice: …siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”
Así que hay un presente de muchas cosas sujetas, otras siendo sujetadas y otras esperando ser sujetas. En esta tensión presente y espera de Su advenimiento se encuentra la Iglesia. Una Iglesia que en medio del sufrimiento y aunque con los ojos naturales no ve todas las cosas sujetas. Aún así con los ojos de la fe puede ver a Cristo coronado de gloria.

En cierto modo ese era el caso de los hebreos que estaban siendo perseguidos. Definitivamente ellos aún no podían ver a sus perseguidores bajo el estrado de Sus pies. Pero el autor les invita a mirar a Jesús sentado a la diestra. Les exhorta a la paciencia y le fe que erada las promesas. (Heb. 6:12,15; 10:36; 12:1)

Es necesario recordar que los bienes o bendiciones que experimentamos en este lado de nuestra salvación son, según el autor, es un gustar de los bienes y del poder venidero. (Heb. 6:5; 9:11; 10:34) Nuestra esperanza está en los cielos, nuestra herencia está en los cielos (1Pe:1:4).

Para terminar quiero enfatizar lo que el autor nos exhorta y más adelante volverá a exhortar (Heb. 12:2). Me refiero a la frase; “…Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y honra a causa del padecimiento de la muerte…”

Mientras peregrinamos en esta tierra y vemos el pecado que nos asedia, las injusticias y tragedias. Mientras vemos los enemigos que se levantan contra nosotros. Mientras vemos nuestra propia debilidad y faltas. Mientras vemos esto y mucho más, es fácil desanimarse. Pero bendito el cristiano que en medio de todo puede ver a Jesús, como nuestro representante y garantía. Que si esto es en el primer fruto también ciertísimamente será verdad de la cosecha restante.
Hoy ciertamente veo mi pecado y la debilidad de mi carne. Pero aún más veo mi Garante coronado de gloria. Hoy veo a mis enemigos, mi enfermedad, los que me juzgan y condenan, los que me rechazan. Pero también veo a Fiador del Pacto exaltado y honrado. Esa es nuestra fe.
¡¡Gloria a Dios!!

  

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