MI CAMINO

sábado, 28 de febrero de 2015


Romanos 1:17

“Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito; Mas el justo por la fe vivirá”

 

Continuamos mirando la manera lógica que tiene Pablo de ir desarrollando su epístola. Comenzamos con la prontitud de Pablo de ir a Roma para anunciarles también a ellos el Evangelio. Esta disposición es “porque” no se avergüenza del Evangelio, y esto es “porque” el Evangelio es el poder de Dios para salvación. Y a su vez, esto es “porque” en el Evangelio se revela la justicia de Dios.   

De esta manera lógica hemos llegado a uno de los temas centrales de la epístola, a decir, “La justicia de Dios” o la justificación. Este tema tendrá a Pablo ocupado hasta el capítulo cinco.

 

LA JUSTICIA DE DIOS

Este versículo fue clave en la vida de Lutero y por tanto fundamental para la reforma. Cuando Lutero leía este versículo lo entendía como el atributo de justicia de Dios. Esto es, el atributo por medio del cual Dios es justo, requiere justicia y por lo tanto juzga al pecador.

La pregunta que él se hacía era “¿Cómo puedo salvarme siendo Dios justo y yo injusto? La respuesta la encontró en el texto que hoy meditamos en lo que él llamó “La experiencia de la Torre” Por revelación divina vio que la justicia que Dios demandaba, también la otorgaba por la fe en Cristo. Según la descripción del propio Lutero, semejante experiencia lo liberó de la ansiedad, del temor y del pecado y lo llenó de paz y de sosiego.

 

CRISTO, LA JUSTICIA DE DIOS.

En el Antiguo Testamento Dios reveló su justica al pueblo de Israel  por medio de la Ley, los estatutos, decretos y juicios.  Como dice en Lev. 18:4,5. La vida está en el cumplimiento de esta justicia divina. “…por tanto guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos…”  La historia de este pueblo nos demuestra que ninguno pudo cumplir con tan pesada carga (Hch. 15:10). No solamente esto, sino que Dios envió a su Hijo  para que en Él todos fuéramos testigos de la justicia de Dios. Cristo es la Justicia de Dios, la Tora de Dios, el que como hombre ha sido exaltado a la diestra de Dios y glorificado por satisfacer la justicia divina y por tanto el único que recibe los beneficios de cumplir la Ley de Dios.

Según esa Plomada somos juzgados y hallados faltos. Muchos se excusan diciendo que ellos no han hecho mal a nadie y por lo tanto Dios no los condenará. Pero no saben que serán medidos según Cristo y condenados por no llegar a la medida de la justicia que Dios requiere y ha mostrado en el Amado.

 

Pero como hemos visto antes, Cristo no solo es justicia de Dios para juicio con el fin de traernos a arrepentimiento. Él es también “…el don de la justicia” (Ro. 5:15) Esto es, la justicia que Dios imputa a todo aquel que cree. (2Co. 5:21. Fil. 3:9). El Evangelio revela la justicia que Dios aprueba y que Dios da en Cristo a todo el que cree y la manera que esta justicia es provista y otorgada.

 

LA MANIFESTACIÓN DE LA JUSTICIA

Pablo nos dice claramente que “…en el evangelio se revela la justicia de Dios…” algo que se revela es porque de laguna manera estaba oculto o no se veía con claridad..Esta justicia fue anunciada por la Ley y los profetas pero nunca claramente manifestada hasta que no vino Cristo y revelada después  de la resurrección  a sus apóstoles. (1Pe. 1:10-12,Ro. 3:21).

Es por esto que el Evangelio es poder de Dios para salvación, porque por medio de él se manifiesta, se revela la justicia que Dios gratuitamente ofrece a toda la humanidad. En la proclamación del Evangelio hay una “abrir de los ojos” por medio del Espíritu. (Hch. 26:18; 2Co. 4,6.)

 

Es precisamente por esto que el evangelio es evangelio, esto es, “Buenas Noticias” porque el Evangelio anuncia o revela la justicia por la cual y con la cual Dios justifica al injusto, al impío. El evangelio responde la pregunta que el piadoso se ha hecho por siglos. Ya en el primer libro de la Biblia aparece esta pregunta. “¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer? (Job 25:4).

 

EL QUE ES JUSTO POR LA FE VIVIRÁ

Pablo introduce aquí su primera referencia al AT en el libro de Romanos. Lo hace para apoyar su declaración de que la justicia viene de Dios por medio de la fe. Esta misma cita de Habacuc 2:4 también la usa en Ga. 3:11 para hacer diferencia entre la justicia que es de la ley y la que es de la fe.

 

Será de ayuda que entendamos el contexto donde aparece esta declaración por primera vez en la Biblia.

El profeta Habacuc clama a Dios por causa del pecado, la violencia y la injusticia en su pueblo (Hab. 1:1-4). Dios le responde que él va a levantar a los Caldeos para juzgar a su pueblo. (Hab. 1: 5-11). Esta respuesta de Dios le sorprende a  Habacuc, porque Dios es santo y justo. ¿Cómo puede permitir Dios que un pueblo idólatra y peor que Israel los juzgue? (Hab. 1:12-17). La respuesta divina viene a Habacuc asegurándole que Él también juzgará la altivez de los Caldeos y que mientras todo este drama se desenvuelve “…la fidelidad del justo será su salvación”

La palabra que se usa en el texto hebreo es “emuna” y se traduce como fidelidad, firmeza. Pablo usa la traducción de La Septuaginta que es “pistis” equivalente a fe.

 

Todo esto para decir que la primera vez que aparece esta revelación divina es en un contexto de juicio y adversidad donde el justo vivirá en su fidelidad al pacto y a un Dios justo. Esta fidelidad y confianza en Dios lleva al profeta a  terminar con la conocida canción de la higuera, (por llamarla de alguna manera) en  Hab. 3:17-19.

El profeta Habacuc es un modelo del remanente de Dios declarando que aunque venga el juicio o la calamidad, “…con todo, yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación”

 

Así que la fe por la cual somos justificados tiene que ver con fidelidad, firmeza, perseverancia y  confianza en Dios. Mucho del evangelio que oímos hoy ha simplificado tanto la fe que se ha convertido en un simple asentimiento a  una doctrina o confesión que no tiene más consecuencias o cambios de vida.

 

También cuando la doctrina de la justificación se ha enseñado, se ha hecho poniéndole todo el énfasis en el aspecto jurídico. Esto es, que hemos sido declarados inocentes ante el tribunal de Dios. Esto es verdad de la justificación pero la justicia por la cual el evangelio es poder de Dios también tiene un aspecto “eficaz”. Esto es, somos declarados justos por imputación, y estamos siendo hechos justos por la fey el poder del Espíritu Santo andando en obediencia a Cristo, como dice Ro. 8:4. “…para que la justicia de la ley se cumpla en nosotros, que no andamos conforma a la carne, sino conforme al Espíritu.”  

 

Una justificación que solo enfatiza el aspecto jurídico deja un vacío muy peligroso para muchos cristianos. Es por esto que Santiago dedica parte de su epístola a enseñar que la justificación propiamente entendida produce obras de fe y obediencia.

Por lo tanto el Evangelio es poder y buenas noticias, porque en él se revela la justicia que Dios requiere, modelado por Cristo. Revela la justicia con la que Dios nos justifica por gracia y la justicia en la que andamos por el poder del Espíritu.

 

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