Romanos 1:17
“Porque en el
Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito;
Mas el justo por la fe vivirá”
Continuamos mirando la manera lógica que
tiene Pablo de ir desarrollando su epístola. Comenzamos con la prontitud de
Pablo de ir a Roma para anunciarles también a ellos el Evangelio. Esta
disposición es “porque” no se avergüenza del Evangelio, y esto es “porque” el
Evangelio es el poder de Dios para salvación. Y a su vez, esto es “porque” en
el Evangelio se revela la justicia de Dios.
De esta manera lógica hemos llegado a uno de
los temas centrales de la epístola, a decir, “La justicia de Dios” o la
justificación. Este tema tendrá a Pablo ocupado hasta el capítulo cinco.
LA JUSTICIA DE
DIOS
Este versículo fue clave en la vida de Lutero
y por tanto fundamental para la reforma. Cuando Lutero leía este versículo lo
entendía como el atributo de justicia de Dios. Esto es, el atributo por medio
del cual Dios es justo, requiere justicia y por lo tanto juzga al pecador.
La pregunta que él se hacía era “¿Cómo puedo
salvarme siendo Dios justo y yo injusto? La respuesta la encontró en el texto
que hoy meditamos en lo que él llamó “La experiencia de la Torre” Por revelación
divina vio que la justicia que Dios demandaba, también la otorgaba por la fe en
Cristo. Según la descripción del propio Lutero, semejante experiencia lo liberó
de la ansiedad, del temor y del pecado y lo llenó de paz y de sosiego.
CRISTO, LA JUSTICIA DE DIOS.
En el Antiguo Testamento
Dios reveló su justica al pueblo de Israel por medio de la Ley, los estatutos, decretos y
juicios. Como dice en Lev. 18:4,5. La
vida está en el cumplimiento de esta justicia divina. “…por tanto guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales
haciendo el hombre, vivirá en ellos…”
La historia de este pueblo nos demuestra que ninguno pudo cumplir con
tan pesada carga (Hch.
15:10). No solamente esto, sino que Dios envió a su Hijo para que en Él todos fuéramos testigos de la
justicia de Dios. Cristo es la Justicia de Dios, la Tora de Dios, el que como
hombre ha sido exaltado a la diestra de Dios y glorificado por satisfacer la
justicia divina y por tanto el único que recibe los beneficios de cumplir la
Ley de Dios.
Según esa Plomada somos
juzgados y hallados faltos. Muchos se excusan diciendo que ellos no han hecho
mal a nadie y por lo tanto Dios no los condenará. Pero no saben que serán
medidos según Cristo y condenados por no llegar a la medida de la justicia que
Dios requiere y ha mostrado en el Amado.
Pero como hemos visto
antes, Cristo no solo es justicia de Dios para juicio con el fin de traernos a
arrepentimiento. Él es también “…el don de la justicia” (Ro. 5:15) Esto es, la justicia
que Dios imputa a todo aquel que cree. (2Co. 5:21. Fil. 3:9). El
Evangelio revela la justicia que Dios aprueba y que Dios da en Cristo a todo el
que cree y la manera que esta justicia es provista y otorgada.
LA MANIFESTACIÓN DE LA JUSTICIA
Pablo nos dice claramente
que “…en el evangelio se revela la justicia de Dios…” algo que se revela es
porque de laguna manera estaba oculto o no se veía con claridad..Esta justicia
fue anunciada por la Ley y los profetas pero nunca claramente manifestada hasta
que no vino Cristo y revelada después de
la resurrección a sus apóstoles. (1Pe. 1:10-12,Ro. 3:21).
Es por esto que el
Evangelio es poder de Dios para salvación, porque por medio de él se
manifiesta, se revela la justicia que Dios gratuitamente ofrece a toda la
humanidad. En la proclamación del Evangelio hay una “abrir de los ojos” por
medio del Espíritu. (Hch. 26:18; 2Co. 4,6.)
Es precisamente por esto
que el evangelio es evangelio, esto es, “Buenas Noticias” porque el Evangelio
anuncia o revela la justicia por la cual y con la cual Dios justifica al
injusto, al impío. El evangelio responde la pregunta que el piadoso se ha hecho
por siglos. Ya en el primer libro de la Biblia aparece esta pregunta. “¿Cómo, pues, se justificará el hombre para
con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer? (Job 25:4).
EL QUE ES JUSTO POR LA FE VIVIRÁ
Pablo introduce aquí su
primera referencia al AT en el libro de Romanos. Lo hace para apoyar su
declaración de que la justicia viene de Dios por medio de la fe. Esta misma
cita de Habacuc 2:4
también la usa en Ga. 3:11 para
hacer diferencia entre la justicia que es de la ley y la que es de la fe.
Será de ayuda que
entendamos el contexto donde aparece esta declaración por primera vez en la
Biblia.
El profeta Habacuc clama
a Dios por causa del pecado, la violencia y la injusticia en su pueblo (Hab. 1:1-4). Dios
le responde que él va a levantar a los Caldeos para juzgar a su pueblo. (Hab. 1: 5-11). Esta
respuesta de Dios le sorprende a
Habacuc, porque Dios es santo y justo. ¿Cómo puede permitir Dios que un
pueblo idólatra y peor que Israel los juzgue? (Hab. 1:12-17). La
respuesta divina viene a Habacuc asegurándole que Él también juzgará la altivez
de los Caldeos y que mientras todo este drama se desenvuelve “…la fidelidad del
justo será su salvación”
La palabra que se usa en
el texto hebreo es “emuna” y se traduce como fidelidad, firmeza. Pablo usa la
traducción de La Septuaginta que es “pistis” equivalente a fe.
Todo esto para decir que
la primera vez que aparece esta revelación divina es en un contexto de juicio y
adversidad donde el justo vivirá en su fidelidad al pacto y a un Dios justo.
Esta fidelidad y confianza en Dios lleva al profeta a terminar con la conocida canción de la
higuera, (por llamarla de alguna manera) en Hab. 3:17-19.
El profeta Habacuc es un
modelo del remanente de Dios declarando que aunque venga el juicio o la
calamidad, “…con todo, yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi
salvación”
Así que la fe por la cual
somos justificados tiene que ver con fidelidad, firmeza, perseverancia y confianza en Dios. Mucho del evangelio que
oímos hoy ha simplificado tanto la fe que se ha convertido en un simple
asentimiento a una doctrina o confesión
que no tiene más consecuencias o cambios de vida.
También cuando la
doctrina de la justificación se ha enseñado, se ha hecho poniéndole todo el
énfasis en el aspecto jurídico. Esto es, que hemos sido declarados inocentes
ante el tribunal de Dios. Esto es verdad de la justificación pero la justicia
por la cual el evangelio es poder de Dios también tiene un aspecto “eficaz”.
Esto es, somos declarados justos por imputación, y estamos siendo hechos justos
por la fey el poder del Espíritu Santo andando en obediencia a Cristo, como
dice Ro. 8:4. “…para que la justicia de la ley se cumpla en
nosotros, que no andamos conforma a la carne, sino conforme al Espíritu.”
Una justificación que
solo enfatiza el aspecto jurídico deja un vacío muy peligroso para muchos
cristianos. Es por esto que Santiago dedica parte de su epístola a enseñar que
la justificación propiamente entendida produce obras de fe y obediencia.
Por lo tanto el Evangelio
es poder y buenas noticias, porque en él se revela la justicia que Dios
requiere, modelado por Cristo. Revela la justicia con la que Dios nos justifica
por gracia y la justicia en la que andamos por el poder del Espíritu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario