Hebreos 1:5
En los versículos
anteriores vimos siete aspectos o características del Hijo demostrando así la
superioridad de la Palabra de Dios por el Hijo, sobre la palabra de Dios por los
profetas.
En estos
versículos que siguen el autor presenta siete citas del AT para demostrar que
el Hijo es superior a los ángeles y si los que no oyeron a estos recibieron
castigo. Cuanto más si hoy no escuchamos a Dios en su última palabra por el
Hijo.
La pregunta que
nos hacemos es ¿Por qué el autor elige este argumento de los ángeles para
demostrar la superioridad del Hijo?
Algunos
comentaristas sugieren que los recipientes de la carta estaban cayendo en una
devoción a los ángeles como la iglesia de Colosas. Col. 2:10.
Pero otra
posibilidad, quizás más lógica, es que en el AT la ley fue dada por mediación
de ángeles, (Heb. 2:2; Hch. 7:38,53; Ga.
3:19). Por lo tanto el argumento del autor es que al ser el Hijo superior a
los ángeles su palabra ha de ser también superior.
Este capítulo que
vamos a considerar, junto con los capítulos uno de Juan y Colosenses, y el
tercero de Filipenses son los más importantes en cuanto a la doctrina de la deidad
de Cristo. Pero nuestra intención no es demostrar una doctrina de la iglesia,
por muy fundamental que sea. La intención de este estudio es ver a Cristo, acercarnos a Él y permitir al Espíritu que nos
ministre su vida.
Podemos conocer
la doctrina y al mismo tiempo desconocer la persona de quien la doctrina habla.
Así que pidamos
al Espíritu Santo que nos dé no solamente entendimiento de esta Persona tan
sublime, sino que al mismo tiempo nos de la Persona misma, porque solo Él y no
la doctrina de Él es vida. En lo que a nosotros respecta la palabra dada por
los ángeles dice así; “…el que hiciere estas cosas vivirá.” Pero la palabra
dada por el Hijo dice así; “…el que tiene al Hijo tiene la vida.”
No es cuestión de
hacer, sino de tener en gracia la vida de Dios dada en el Hijo por el Espíritu
y entonces, y solo entonces, esa vida producirá “estas cosas”
El nombre
heredado del Hijo es superior a las ángeles porque…
“Mi hijo eres tú,
Yo te he engendrado hoy” “Yo seré a él
Padre y él me será a mi hijo”
El autor está
citando el Sal. 2: 7. Junto con 2Sam. 7:14. Estas dos escrituras del AT
son mesiánicas y se refieren al hijo de David, el Mesías que vendría a establecer el trono y edificar
Casa a Jehová. El salmo 2 en concreto se
cita en muchas ocasiones en el NT para
demostrar que Jesucristo es el Mesías prometido. La primera referencia es en la
anunciación, el ángel cita este salmo aunque no literalmente; “…y llamarás su
nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor
Dios la dará el trono de David su padre.” Lc.
1:32.
La segunda vez
que se cita es el Padre mismo dando testimonio desde el cielo, al mismo tiempo
que el Espíritu Santo desciende sobre Él ungiéndole como Mesías, el Ungido de
Jehová. Lc. 3:22.
Más adelante Pablo
cita este salmo nuevamente en su predicación en Antioquía y lo hace con
referencia a la resurrección de Jesús Hech
13:33, En esta ocasión Pablo aplica
esta declaración a la resurrección de Cristo.
Algunos niegan la
eternidad del Hijo haciendo énfasis en el “hoy” del texto bíblico, pero si nos
fijamos en Ro. 1:4 la resurrección es la declaración divina de que Jesucristo
es el Hijo de Dios. Aquel que es el Eterno Hijo de Dios, fue engendrado en el
vientre de María para ser Hijo de Dios en carne y sangre. Después de su
humillación, fue declarado Hijo de Dios
por medio de la resurrección. Esto es, la resurrección confirmó su estado de
Hijo.
Otra cita al
salmo 2, y que no podemos pasar por alto, se encuentra en Hch. 4:23-31. La
iglesia en Jerusalén ha sido amenazada y la persecución está a punto de
comenzar. Estos, reunidos en oración citan este salmo que es crucial para
entender la persona y obra de Jesucristo. Por tanto creo que sería de provecho
meditar un poco en este salmo.
Salmo del Mesías
Rey (Sal. 2)
El salmo está
dividido en cuatro partes. La primera parte (Versículos 1-3) habla del odio de
las naciones, de la subversión del hombre contra Dios y su Ungido. La causa es
la rebelión en el corazón de los hombres y las naciones y el rechazo a su
gobierno. No quieren ser gobernados por el Príncipe de Paz y quieren romper
todo lo que les une a Dios. Ellos maquinan contra el Cristo. Este es un
principio espiritual que se ve por toda la Biblia y en la historia del Hombre.
Los cristianos de
Jerusalén interpretaron esto cuando el pueblo, los sacerdotes y los gentiles se
unieron para matar al Ungido. El Señor refirió dos parábolas que ilustran esto
claramente. Lc. 19:11ss. Lc. 20:9ss.
Allá donde se
predique a Cristo como único y legítimo rey con pleno derecho para reinar y gobernar se levantará
persecución. Pero allá donde solo se predique el amor de Dios y sus bendiciones
sin demandas del Rey, no habrá persecución.
Es necesario que
maduremos en nuestro entendimiento de lo que es el cristianismo. Demasiado
tiempo lo hemos interpretado homocéntricamente y nos hemos centrado en nuestras
bendiciones y bienestar. Cristianismo es el Cristo viniendo a nosotros como
soberano para establecer su Reino primeramente en nuestro corazón. Él es la
piedra cortada, no con mano que hirió a la imagen de Nabucodonosor y fue hecha
un gran monte que llenó toda la tierra. (Dan.
2).
Él vino para
preparar un pueblo dispuesto para su Dios. Un pueblo del Espíritu que oiga la
voz de Dios y ejecute su palabra.
La segunda parte
del salmo nos abre una pequeña ventana en el cielo y nos muestra lo que piensa
Dios del consejo del hombre y sus intentos de insurrección contra su Ungido.
Dios se ríe, se burla y habla en su furor. En esa necedad del hombre es que
estamos viviendo desde que el hombre quiso ser su propio dios. La respuesta de
Dios es; “Pero yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo monte.”
Mientras los
hombres maquinan, Dios ya ha puesto a su Rey sobre Sión, el lugar de gobierno
universal. Sión es la ciudad del gran Rey, la sede de su gobierno. Al final de
Hebreos el autor nos dice que nos hemos acercado a la Sión celestial (Heb.12:13) No dice la Sión terrenal,
que es sombra, sino la celestial. Ahí
hemos sido introducidos de una manera espiritual y real por Cristo, y nos ha
dado el poder del Evangelio para someter hombres y pueblos.
La tercera parte
no es Dios, que ha puesto a su rey sobre Sión, el que habla, sino el Rey mismo
hablando y declarando el decreto que ha recibido de Dios. Es el Ungido
publicando su derecho y su soberanía. Reclamando su herencia y apagando la
subversión de los rebeldes con autoridad.
Esto ocurrió después
de la resurrección en su exaltación a la
diestra de poder. Jesús mismo dijo a sus discípulos; “toda potestad me es dada
en el cielo y en la tierra, por tanto id…” Mat.
28:18.
Los discípulos y
nosotros hemos sido encargados de llevar por los confines de la tierra el
decreto divino de que su Ungido es el Rey legítimo de las naciones. Somos
testimonio vivo de una ciudadanía espiritual y celestial que no pertenece a
esta tierra ni al príncipe de esta tierra. Somos una Nueva Creación que vive
por el Espíritu, anda en el Espíritu, sirve en el Espíritu y adora a Dios en el
Espíritu.
Por último, la
cuarta parte del salmo es una amonestación a recibir el consejo de Dios y de
horrar a su Soberano. En el original
dice “besad al Hijo” símbolo de reverencia y sumisión.
El apóstol
Pablo ve esto cuando dice; “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo,
y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de
la tierra; y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” Fil. 2:9-11.
Ahora nos encontramos en los tiempos de la declaración del decreto de Dios
sobre su Ungido. Pero viene ya el día en que el Rey de reyes vendrá a reclamar
su trono y serán días de gran conflicto tal y como nos lo cuanta Juan en su
Apocalipsis. ¡¡Aleluya!!
Creo que ahora podemos ver un poco mejor el argumento del autor de Hebreos
con respecto a la superioridad del Hijo sobre los ángeles. Después de todos los
ángeles serán los ministros que ejecutaran Su palabra en ese día que tome la
vara de hierro en su mano. Ellos tocarán las trompetas y derramarán las copas
de juicio a los que no han querido someterse a Dios y su Ungido.
Podemos conocer mejor a nuestro Señor al ver la tremenda comisión que le
fue encomendada por el Padre. No tan solo salvarnos, sino levantar un pueblo
para su Dios. Un pueblo del Espíritu que ha sido (o está siendo ahora)
transformado a su imagen y que no es de esta creación que ha de perecer.
El es el hombre, el único hombre, que habiendo glorificado a Dios y
habiendo obedecido hasta la muerte de cruz, es digno de tomar el trono y reinar
para su Dios. Pero esta posición de exaltación y gobierno no lo ha hecho para
sí mismo, sino para todos los que han salido de este presente siglo malo y han
tenido un renacer del Espíritu. Porque el mundo venidero pertenece al hombre
que en el Espíritu lleva su semejamnza.
SI OYERES HOY SU VOZ
Hoy hemos visto el cielo abierto y las declaraciones del consejo eterno de
Dios, aquellas cosas que Él se propuso en el designio de su voluntad. Esto es:
“…que era necesario que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos al
tercer día.” “Así que exaltado por la Diestra de Dios…este Jesús…Dios lo ha
hecho Señor y Cristo”
Hoy nos postramos ante nuestro Rey exaltado con las marcas en sus manos y
su costado que nos hablan de la manera con que recibió su herencia.
Declaramos su soberanía sobre nosotros y su derecho a reinar sobre nuestras
vidas.
Le pedimos que ponga en nosotros un espíritu sumiso y apacible, un espíritu
quebrantado y humilde para que su voluntad soberana sea hecha en nosotros. Amen.
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