HEBREOS 1:1-4
VERSÍCULOS 1 Y 2, a.
En los dos
primeros versículos el autor nos coloca inmediatamente en la división de los
tiempos en la economía salvífica de Dios. Esto lo veremos muy a menudo en toda
la epístola. En este versículo la revelación de Dios al hombre está dividida en
“…otro tiempo” y “…estos postreros días”.
Ahora nos
encontramos en los postreros días que Cristo vino a inaugurar al ser el
Primogénito de la Nueva Creación. El es, según Pablo, el postrer Adán (esto es, el que termina con la vieja
creación y en El que se crea una nueva generación).
La primera
creación es terrenal, la segunda es celestial por cuanto el segundo hombre es
celestial y su simiente (que somos nosotros) es celestial. 1Co. 15:45-48 ya que no somos “engendrados
de de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”
Jn. 1:13.
El lenguaje de la
revelación divina con la que Dios “habló
a los padres por los profetas” era un lenguaje fragmentario, incompleto,
imperfecto (por la debilidad de la carne).
Dios habló de
muchas maneras diferentes. Algunas veces con voz audible. Otras en la tormenta
y el trueno, como Moisés. Otras con un silbo apacible y delicado, como Elia. En
otras ocasiones usó acontecimientos históricos del pueblo de Israel. También
usó objetos, como el Tabernáculo o tipos como el cordero Pascual o el Rey David.
Como he dicho
antes este lenguaje fue fragmentario, incompleto e imperfecto porque ninguno de
los acontecimientos, objetos, tipos o personajes podían contener la totalidad de
la revelación divina. Nada podía abarcar todo lo que Dios quería decir al
hombre, ni tampoco el hombre podía recibirlo. El lenguaje era imperfecto porque
los personajes o portavoces que Dios tenía que usar eran imperfectos. Por
ejemplo sabemos que el Rey David es un tipo de Cristo. Pero David como tipo de
Cristo es imperfecto porque cometió asesinato, adulterio y desobedeció a Dios.
Todo el AT es una
sombra, un bosquejo o esbozo de la Palabra más perfecta que Dios ha hablado en
estos postreros días a nosotros por el Hijo. Es por esto que cuando leemos,
enseñamos o predicamos el AT siempre tenemos que interpretarlo a la luz del
Evangelio, esto es, a la luz de la más completa y cumplida Palabra que Dios ha
dado en el Hijo que es su palabra final y definitiva.
La revelación de
Dios es progresiva que va de Promesa a Cumplimiento. Desde la promesa en el
Edén, pasando por Abraham, Moisés, David y los profetas todo es palabra de promesa cuyo cumplimiento comienza
en el pesebre de Belén. El AT termina en esperanza y expectativa de
cumplimiento.
Cuando Cristo
vino, Dios dejó de hablar en cuanto a más revelación. La voz de Dios fue oída claramente en el Monte
de la transfiguración cuando delante de Moisés y Elías (representantes de la
Ley y los profetas) dijo así concerniente a Jesús: “este es mi hijo amado quien tengo complacencia; a él oíd” Mat. 17:5. En otras palabras, Dios ya
no tiene nada más que decir en cuanto a revelación de sí mismo o su plan de
redención. (Jn. 1:18; 14:9)A partir
de esta última Palabra ya no crecemos o maduramos por nuevas revelaciones, sino
por medio de conocimiento e iluminación de la revelación ya dada, esto es
Cristo. Ef. 1:17. 2Pe. 1:3; 3:18. Por
tanto Cristo es la suma total y en Cristo se encuentra la suma total de la
Palabra de Dios al hombre.
Es por esto que
el autor termina esta primera sección con este exhortación; “Por tanto es necesario que con más
diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos
deslicemos….¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?
…Heb. 2:1-4.
CONSIDERACIONES PRÁCTICAS
La traducción
exacta y literal del versículo dos dice así; “…al final de estos días nos ha hablado en Hijo” Nuestra traducción
RV dice; “…en estos postreros días nos ha
hablado por el Hijo” Los comentaristas dicen que es un hebraísmo lo que el
autor está usando, pero lo interesante para mi entender es que es un hebraísmo
inspirado por el Espíritu Santo. Digo esto porque no es tanto lo que Dios ha
hablado por medio del Hijo lo que vamos a considerar en este momento, sino lo
que Dios nos ha hablado en Hijo o lo que Dios ha hablado en la persona del
Hijo.
Jesús en su
ministerio terrenal eligió a doce hombres entre sus discípulos a los cuales
llamó “Apóstoles”, mas tarde incluiría a Pablo al que se le apareció para darle
la “visión celestial y el Evangelio”. A
estos apóstoles les dio una unción especial del Espíritu Santo porque ellos
iban a ser los encargados de interpretar lo que Dios Padre ha hablado
por Hijo. Por medio de la revelación que ellos recibieron es que nosotros
podemos entender la Palabra de Dios dada por el Hijo y el significado del
acontecimiento histórico de Jesús. Lo que ellos nos han dado es el fundamento
del “Nuevo Templo donde Dios mora ahora y de “La Nueva Jerusalén” ¡¡¡Aleluya!!!
Ef. 2:19-3:7. Ap. 21:14. Leyendo y
minuciosamente estudiando sus escritos, las epístolas, podemos entender lo que
Dios ha hablado en el Hijo.
Ahora bien, Cristo
es la Palabra de Dios a todo y todos. El es el Modelo de todo, el Patrón para
todo, la medida de todo. “Yo soy la
verdad…” Dijo Jesús de sí mismo y Juan dio testimonio de Él diciendo; “…y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” Jn. 1:14. Así Jesús es la verdad o la realidad de hijo, siervo,
profeta, pastor, sacerdote, marido, hermano, pueblo, congregación, cristiano.
En definitiva Él es TODO.
T. Austin Sparks
dice; “tenemos ahora en nuestras mentes y disponible para nosotros la completa
revelación de la mente de Dios. Por todo esto tú eres ahora responsable. El
propósito de esta revelación es traerte a cierta posición espiritual y para que
gobierne la totalidad de tu vida” y
continua diciendo; “…el grado de tu eficacia o ineficacia como individuo o
colectivamente, declarará el grado de tu entendimiento de esta Revelación”
El Hijo es la
medida por la que somos medidos y es la medida a la que tenemos que atener en
nuestro crecimiento espiritual. Este es el propósito eterno de Dios que; “seamos hechos conforme a la imagen de su
Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Ro. 8:29. Este mismo pensamiento lo vemos en la
epístola que estamos estudiando; “Porque
convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las
cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase
por aflicciones al autor de la salvación de ellos” Heb. 2:10.
Cristo es el
patrón y modelo de Hijo y de acuerdo a ese modelo es que el Espíritu Santo está
continuamente conformándonos. Este es el ministerio sacerdotal que ahora está
desempeñando Cristo en el Santuario celestial de lo cual hablaremos
detalladamente más adelante.
Así que
madurez espiritual, crecimiento espiritual, santidad, ministerio espiritual,
todo esto tiene que ver fundamentalmente con la medida de Cristo en nosotros.
Santidad ya no es por cumplir la ley sino que es por conformidad al Patrón. El
apóstol Pablo lo pone de esta manera; “…a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo,
hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; Ef. 4:12-13 y sigue en el verso 15; “…sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”. Por lo tanto
todo crecimiento espiritual, o mejor dicho, el único crecimiento espiritual es
aquel que produce el Espíritu Santo en nosotros modelándonos a la imagen de
Cristo.
Cuando Dios le habla al profeta Amos acerca del juicio a Israel le hace ver
una plomada de albañil. (Am.7:7,8)
Es de acuerdo a esta plomada que el muro de Israel iba a ser juzgado. Nosotros
podemos estar edificando nuestra vida cristiana como si fuera un muro y
comparándolo con nuestro entendimiento de la Ley de Dios, o comparándolo con
otros cristianos o incluso grandes héroes de la fe. Pero ahora Dios nos ha dado
una Plomada fiel y es mirando fijamente esa Plomada que debemos edificar. Pero tengo
que advertir que no es por imitación sino que es por impartición. Esa Plomada
está en las manos del Espíritu de Dios que mora en nosotros. El es el que
aplica la Plomada para enderezar lo torcido. El es el que nos conforma al
Modelo. Esto es un acto vivo y orgánico. No de mandamientos escritos en tablas
de piedra. Recuerda que el Verbo es la Palabra encarnada, Él es el Mandamiento
de Dios, la Ley hecha carne y por el Espíritu morando en nosotros. Por eso digo
que en el Nuevo Pacto la Ley de Dios es orgánica y viva. No son ordenes o
consejos a seguir sino Naturaleza Divina que ha venido a nuestro espíritu.
“SI OYERS HOY SU
VOZ”
Este es el momento que has de venir en fe delante del Espíritu Santo en
humildad sometiéndote a la Palabra y permitir que el te hable. Anota lo que
viene a tu corazón. Eso será tu comentario personal de Hebreos.
Lee los dos primeros versículos una y otra vez. Dale gracias a Dios por
cada palabra, ora cada palabra, medita cada palabra. Deja que la Lluvia
celestial te empape. Pide al Espíritu Santo que te hable del Hijo de una manera
personal y para el Cuerpo, la iglesia.
Mira a Cristo hoy como la palabra de Dios para salvación y como garantía de
que el Modelo sea cumplido en ti el día que más claramente le veas.
“Amados, ahora somos
hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que
cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él
es.” 1Jn.3:2
Amen
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