MI CAMINO

viernes, 23 de mayo de 2014


“…quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder.”

¿Por qué una célula se divida hasta formar un bebé? ¿Por qué un átomo tiene sus electrones en órbita sin desintegrarse?  ¿Por qué el universo no se colapsa? ¿Por qué la historia del hombre tendrá un final glorioso? Porque el Hijo que lo creó todo también lo sustenta hasta que todo cumpla el propósito para lo que fue creado.

“…la palabra de su poder” es el dicho o decreto eficaz. Así que Dios creó el universo por medio del “Logos” y el universo es sostenido por el “Rema” del Logos. Jesús demostró una y otra vez  “la palabra de su poder” en el ministerio terrenal. La palabra creativa. La palabra sanadora. La palabra que resucita a los muertos. La palabra que gobierna los elementos de la naturaleza. Pero sobre todo la palabra que llama al hombre a una Nueva Creación y este responde.

 

Pablo en Col. 1:17 dice; “…y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.”  La palabra griega “susistemi” se puede traducir; “poner juntos, estar en pie, mantenerse” la Vulgata tradujo, “consisto” de donde recibimos la palabra “consistir” y La Versión Crítica de la Biblia  traduce así; “Y Él es antes de todo, y todo continua existiendo en Él”

 

Cada vez que la tierra rota sobre su eje es un acto de la palabra de su poder. Cada vez que una semilla germina y da su fruto es un acto de su voluntad. Mi opinión no es que Dios creó leyes naturales que automáticamente gobiernan el universo, sino que es Él mismo operando, sustentando, y gobernando el universo y toda la creación por medio de su palabra que es ley.

 

Cristo es quien gobierna la historia con el propósito de llevarla al fin determinado por el Padre. El mismo autor nos dice; “…Cristo…se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.” Heb. 10:12,13. También  1; 13 e igualmente Pablo en 1Co. 15:25.

 

Esta autoridad y poder no solo es para el tiempo presente, sino también  para el venidero. Heb. 1:5.

 

Todo esto es demasiado grande para entenderlo en sus detalles, porque no podemos dejar de pensar en el sufrimiento, las catástrofes naturales, la enfermedad y las guerras. Ahora vivimos en el “ya pero todavía no” esperando la manifestación de los hijos de Dios. Ro. 8:19-21. Y así toda la creación será libre de la corrupción a la que ahora está sujeta.

 

¿Quién es el autor de nuestra salvación? ¿Quién es el que mantiene nuestra salvación? ¿Quién es el que sustenta nuestra vida espiritual? El heredero de todo. El que hizo el universo, el que lo sustenta todo con su poder. La imagen misma de Dios y el resplandor de su gloria. Ese es nuestro salvador y en Él y a Él está confiada nuestra salvación, en el que tiene poder para “sujetar a sí mismo todas las cosas”.  Fil. 3:21.

Con razón puede decir; “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Jn. 10:28,29.

El es capaz  de salvarte y llevar a buen término tu historia y la historia del mundo.

 

 

“…habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”

El autor deja por un momento la descripción de quien es por quien Dios ha hablado y ahora nos declara la obra  de aquel por quien ha hablado. Todo lo que Cristo hizo es Palabra de Dios a nosotros; su obediencia, sumisión. Su amor, compasión y milagros. Sus palabras y enseñanzas. Su sufrimiento, muerte y resurrección. Todo esto es palabra de Dios. Pero es necesario que esa palabra nos sea ahora hablada a nuestro espíritu por el espíritu Santo. Esto es la iluminación que el cristiano recibe y el “maná” por el cual es sustentado.

 

La obra de Cristo está dividida, según este versículo, en dos partes. Primero se refiere a la obra que Él hizo en la tierra. Esto se refiere a la purificación de nuestros pecados. La segunda se refiere a la obra que Él está haciendo ahora. Esto se refiere al estar sentado a la diestra de la Majestad en las alturas.

Todo cristiano tiene que estar familiarizado con los dos aspectos de la obra de Cristo. El aspecto terrenal y el aspecto celestial.

 

El aspecto terrenal es el fundamento de todo. El es el Cordero que quita el pecado del mundo, o literalmente que “lleva el pecado del mundo”. Hera necesario que el pecado fuera quitado de entre medio de Dios y los hombres. Era necesaria la reconciliación. Por tanto Cristo tomando sobre si mismo los pecados de muchos nos reconcilio con Dios para siempre. Heb. 9:25-28.  

Esta es la primera palabra que Dios tiene que habla al hombre en Cristo; perdón y reconciliación, proveyéndose Él mismo de Victima y sacrificio.

 

Ahora  Dios está satisfecho de que no queda pecado u ofensa  entre Dios y el hombre, por tanto los cielos son abiertos y Su Espíritu es derramado. Ese Espíritu que ha heredado el Hijo y compartido con sus hermanos, lo coherederos. Ese Espíritu es el espíritu de santificación. Ese Espíritu es la Vida celestial, el principio vital de la Nueva creación. Nada ni nadie vive aparte de este Espíritu. Este espíritu que ahora opera en el verdadero cristiano y que Pablo leo define como; “…la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús…” es el único que nos puede librar “…de la ley del pecado y de la muerte…” Ro. 8:2. En ese Espíritu tenemos acceso y comunión con el Padre. Ef. 2:18.

 

En este ministerio celestial Cristo es nuestro Sumo Sacerdote, constituido a nuestro favor para dispensar las bendiciones del Nuevo Pacto. Por medio de su ministerio presente es que podemos venir al trono de gracia con confianza, En su ministerio celestial entramos en el Lugar Santísimo donde podemos, por la fe, morar cada momento de nuestras vidas mientras peregrinamos en la Tierra. Por medio de su ministerio celestial en intercesión es que recibimos el Espíritu de Dios que escribe Su Ley en nuestros corazones continuamente.

 

Un último punto antes de terminar y que es importantísimo no pasar por alto es que; “…se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” Es importantísimo notar y comparar el ministerio de Cristo en el Tabernáculo celestial y el de los sacerdotes en el tabernáculo terrenal. La biblia nunca nos dice que los sacerdotes se sentaban, sino que presentaban sacrificios continuamente. Símbolo de un ministerio y obra que no tiene fin porque no podían tratar con el pecado eficazmente. Pero ahora, “una vez y para siempre, con un solo sacrificio ha hechos perfectos para siempre a los que por Él se acercan” Es por esto que nuestro Sumo Sacerdote está sentado, dando a entender la finalización, consumación y perfección de su obra.

Aquí ya tenemos un poco de luz en cuanto al “reposo” que veremos detalladamente en los cap. 3 y 4. Dios entró en su reposo de la creación cuando vio que todo lo que había creado era bueno y lo bendijo. Cristo está sentado en cuanto a la purificación de nuestros pecados, está satisfecho porque el Padre está satisfecho y en garantía de esto nos ha dado Su Espíritu que es Santo.

 

Esta visión celestial, de Cristo sentado a la diestra de poder, es de un valor incalculable para nuestras vidas espirituales. Cuando entramos en condenación o ansiedad por nuestras vidas espirituales o por nuestro servicio y ministerios. Cuando el acusador ha ganado pie en nuestras conciencias o en multitud de diferentes circunstancias, la contemplación de Cristo sentado a la diestra de la Majestad, disipará todo como vapor de condenación.

 

“SI OYERES HOY SU VOZ”

 

Dejemos ahora que el Espíritu traiga y nos grave esta visión celestial a nuestros corazones.

 

No es quien somos, sino quien Él es, que puede garantizar nuestra perseverancia en la fe. No es lo que nosotros hacemos, sino lo que Él ha hecho y consumado que nos da vida en abundancia. Y todo esto por voluntad y propósito del Padre.

 

Escuchemos hoy al Padre ablándanos por el heredero de todo, para que en El recibamos nosotros nuestra porción.

 

Dios nos dijo que no nos hiciéramos imagen o semejanza de Él porque Dios mismo nos iba a proveer su verdadera imagen en Cristo, una imagen viva a la cual somos transformados por el Espíritu.

 

Entreguémonos en plena certidumbre de fe a Aquel que sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Y Así como Israel fue sustentado por la Roca que les seguía y el maná que descendía. Nosotros somos sustentados por Su palabra que es Espíritu y es vida.  

 

Dale tiempo a tu sumo Sacerdote que te ministre mientras te postras en adoración y acción de gracias.

 

Levanta tus ojos al cielo y mírale sentado a la diestra de la Majestad y deja que el Espíritu te hable.

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