“…quien sustenta todas las cosas con la palabra de
su poder.”
¿Por qué una
célula se divida hasta formar un bebé? ¿Por qué un átomo tiene sus electrones
en órbita sin desintegrarse? ¿Por qué el
universo no se colapsa? ¿Por qué la historia del hombre tendrá un final
glorioso? Porque el Hijo que lo creó todo también lo sustenta hasta que todo
cumpla el propósito para lo que fue creado.
“…la palabra de
su poder” es el dicho o decreto eficaz. Así que Dios creó el universo por medio
del “Logos” y el universo es sostenido por el “Rema” del Logos. Jesús demostró
una y otra vez “la palabra de su poder”
en el ministerio terrenal. La palabra creativa. La palabra sanadora. La palabra
que resucita a los muertos. La palabra que gobierna los elementos de la naturaleza.
Pero sobre todo la palabra que llama al hombre a una Nueva Creación y este
responde.
Pablo en Col. 1:17 dice; “…y él es antes de
todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.” La palabra griega “susistemi” se puede
traducir; “poner juntos, estar en pie, mantenerse” la Vulgata tradujo,
“consisto” de donde recibimos la palabra “consistir” y La Versión Crítica de la
Biblia traduce así; “Y Él es antes de
todo, y todo continua existiendo en Él”
Cada vez que la
tierra rota sobre su eje es un acto de la palabra de su poder. Cada vez que una
semilla germina y da su fruto es un acto de su voluntad. Mi opinión no es que
Dios creó leyes naturales que automáticamente gobiernan el universo, sino que
es Él mismo operando, sustentando, y gobernando el universo y toda la creación
por medio de su palabra que es ley.
Cristo es quien
gobierna la historia con el propósito de llevarla al fin determinado por el
Padre. El mismo autor nos dice; “…Cristo…se ha sentado a la diestra de Dios, de
ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de
sus pies.” Heb. 10:12,13. También 1; 13 e igualmente Pablo en 1Co. 15:25.
Esta autoridad y
poder no solo es para el tiempo presente, sino también para el venidero. Heb. 1:5.
Todo esto es
demasiado grande para entenderlo en sus detalles, porque no podemos dejar de
pensar en el sufrimiento, las catástrofes naturales, la enfermedad y las
guerras. Ahora vivimos en el “ya pero todavía no” esperando la manifestación de
los hijos de Dios. Ro. 8:19-21. Y
así toda la creación será libre de la corrupción a la que ahora está sujeta.
¿Quién es el
autor de nuestra salvación? ¿Quién es el que mantiene nuestra salvación? ¿Quién
es el que sustenta nuestra vida espiritual? El heredero de todo. El que hizo el
universo, el que lo sustenta todo con su poder. La imagen misma de Dios y el
resplandor de su gloria. Ese es nuestro salvador y en Él y a Él está confiada
nuestra salvación, en el que tiene poder para “sujetar a sí mismo todas las cosas”. Fil.
3:21.
Con razón puede
decir; “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy
vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre
que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de
mi Padre. Jn. 10:28,29.
El es capaz de salvarte y llevar a buen término tu
historia y la historia del mundo.
“…habiendo efectuado la purificación de nuestros
pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las
alturas”
El autor deja por
un momento la descripción de quien es por quien Dios ha hablado y ahora nos
declara la obra de aquel por quien ha
hablado. Todo lo que Cristo hizo es Palabra de Dios a nosotros; su obediencia,
sumisión. Su amor, compasión y milagros. Sus palabras y enseñanzas. Su
sufrimiento, muerte y resurrección. Todo esto es palabra de Dios. Pero es
necesario que esa palabra nos sea ahora hablada a nuestro espíritu por el
espíritu Santo. Esto es la iluminación que el cristiano recibe y el “maná” por
el cual es sustentado.
La obra de Cristo
está dividida, según este versículo, en dos partes. Primero se refiere a la
obra que Él hizo en la tierra. Esto se refiere a la purificación de nuestros
pecados. La segunda se refiere a la obra que Él está haciendo ahora. Esto se
refiere al estar sentado a la diestra de la Majestad en las alturas.
Todo cristiano
tiene que estar familiarizado con los dos aspectos de la obra de Cristo. El
aspecto terrenal y el aspecto celestial.
El aspecto
terrenal es el fundamento de todo. El es el Cordero que quita el pecado del
mundo, o literalmente que “lleva el pecado del mundo”. Hera necesario que el
pecado fuera quitado de entre medio de Dios y los hombres. Era necesaria la
reconciliación. Por tanto Cristo tomando sobre si mismo los pecados de muchos
nos reconcilio con Dios para siempre.
Heb. 9:25-28.
Esta es la
primera palabra que Dios tiene que habla al hombre en Cristo; perdón y
reconciliación, proveyéndose Él mismo de Victima y sacrificio.
Ahora Dios está satisfecho de que no queda pecado u
ofensa entre Dios y el hombre, por tanto
los cielos son abiertos y Su Espíritu es derramado. Ese Espíritu que ha
heredado el Hijo y compartido con sus hermanos, lo coherederos. Ese Espíritu es
el espíritu de santificación. Ese Espíritu es la Vida celestial, el principio
vital de la Nueva creación. Nada ni nadie vive aparte de este Espíritu. Este
espíritu que ahora opera en el verdadero cristiano y que Pablo leo define como;
“…la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús…” es el único que nos puede
librar “…de la ley del pecado y de la muerte…” Ro. 8:2. En ese Espíritu tenemos
acceso y comunión con el Padre. Ef. 2:18.
En este
ministerio celestial Cristo es nuestro Sumo Sacerdote, constituido a nuestro
favor para dispensar las bendiciones del Nuevo Pacto. Por medio de su
ministerio presente es que podemos venir al trono de gracia con confianza, En
su ministerio celestial entramos en el Lugar Santísimo donde podemos, por la
fe, morar cada momento de nuestras vidas mientras peregrinamos en la Tierra. Por
medio de su ministerio celestial en intercesión es que recibimos el Espíritu de
Dios que escribe Su Ley en nuestros corazones continuamente.
Un último punto
antes de terminar y que es importantísimo no pasar por alto es que; “…se sentó a la diestra de la
Majestad en las alturas” Es importantísimo notar y comparar el ministerio de
Cristo en el Tabernáculo celestial y el de los sacerdotes en el tabernáculo
terrenal. La biblia nunca nos dice que los sacerdotes se sentaban, sino que
presentaban sacrificios continuamente. Símbolo de un ministerio y obra que no
tiene fin porque no podían tratar con el pecado eficazmente. Pero ahora, “una
vez y para siempre, con un solo sacrificio ha hechos perfectos para siempre a
los que por Él se acercan” Es por esto que nuestro Sumo Sacerdote está sentado,
dando a entender la finalización, consumación y perfección de su obra.
Aquí ya tenemos
un poco de luz en cuanto al “reposo” que veremos detalladamente en los cap. 3 y
4. Dios entró en su reposo de la creación cuando vio que todo lo que había
creado era bueno y lo bendijo. Cristo está sentado en cuanto a la purificación
de nuestros pecados, está satisfecho porque el Padre está satisfecho y en
garantía de esto nos ha dado Su Espíritu que es Santo.
Esta visión celestial,
de Cristo sentado a la diestra de poder, es de un valor incalculable para
nuestras vidas espirituales. Cuando entramos en condenación o ansiedad por
nuestras vidas espirituales o por nuestro servicio y ministerios. Cuando el
acusador ha ganado pie en nuestras conciencias o en multitud de diferentes
circunstancias, la contemplación de Cristo sentado a la diestra de la Majestad,
disipará todo como vapor de condenación.
“SI OYERES HOY SU VOZ”
Dejemos ahora que
el Espíritu traiga y nos grave esta visión celestial a nuestros corazones.
No es quien
somos, sino quien Él es, que puede garantizar nuestra perseverancia en la fe.
No es lo que nosotros hacemos, sino lo que Él ha hecho y consumado que nos da
vida en abundancia. Y todo esto por voluntad y propósito del Padre.
Escuchemos hoy al
Padre ablándanos por el heredero de todo, para que en El recibamos nosotros
nuestra porción.
Dios nos dijo que
no nos hiciéramos imagen o semejanza de Él porque Dios mismo nos iba a proveer
su verdadera imagen en Cristo, una imagen viva a la cual somos transformados
por el Espíritu.
Entreguémonos en
plena certidumbre de fe a Aquel que sustenta todas las cosas con la palabra de
su poder. Y Así como Israel fue sustentado por la Roca que les seguía y el maná
que descendía. Nosotros somos sustentados por Su palabra que es Espíritu y es
vida.
Dale tiempo a tu
sumo Sacerdote que te ministre mientras te postras en adoración y acción de
gracias.
Levanta tus ojos
al cielo y mírale sentado a la diestra de la Majestad y deja que el Espíritu te
hable.
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