MI CAMINO

viernes, 30 de mayo de 2014


Heb. 1,a

 

“Yo seré a él Padre, y él me será a mí Hijo.”

 

Hoy meditaremos en el segundo texto que el autor cita del AT para mostrar la superioridad del Hijo sobre los ángeles. Esta cita se encuentra en 2Sam.7:14; 1Cro. 17:13.  El contexto es cuando David consulta a Dios por medio del profeta Natán para edificar una casa donde Dios habite, esto es, el templo. Dios le responde a David y en pacto le dice que  no será él quien le edificará casa, sino que uno de entre sus Hijos será quien le edifique casa, este será llamado hijo de Dios y su trono será afirmado eternamente. Sabemos que fue Salomón quien edificó el templo, pero esta profecía es una alusión clara a Jesucristo como Hijo de Dios, quien es Verdadera Casa de Dios y quien edifica la verdadera casa de Dios en la tierra.

 

Ciertamente Cristo y su palabra es superior a la palabra mediada por los ángeles por cuanto los ángeles son espíritus ministradores en la casa de Dios, pero Cristo es el Hijo sobre su casa. En esta relación de Padre e Hijo es que el ministerio de Cristo es superior al ministerio de los ángeles que operó en el AT.

 

Pero antes de continuar quiero recordar a todos que la intención de estos estudios no son para conocer mejor el libro de Hebreos, sino para conocer a Cristo.  Estos primeros versículos hablan claramente sobre la deidad de Cristo, pero esto tampoco es mi intención, demostrar que Cristo es Dios.  Si esto no fuera así es estudio de Hebreos no tendría ningún sentido, y de hecho toda la Biblia sería sin valor alguno. Repito, el propósito es conocer a Cristo con el fin de que el Espíritu nos lo pueda revelar  como nuestro TODO.

 

Habiendo aclarado esto podemos continuar. ¿Qué importancia espiritual tiene el texto que estamos considerando? Y no solamente esto, sino ¿Qué importancia tiene la relación Padre e Hijo en el contexto de edificar una casa para Dios? Y por último ¿De qué manera puede ayudar a mi vida espiritual el tener una comprensión clara de este ministerio de Cristo?

 

Es mucho lo que se puede decir sobre este tema tan importante, pero trataré de resumirlo en una corta lección lo suficiente para que tú continúes ampliando tu estudio bajo la dirección del Espíritu Santo.

 

Dios creó al hombre para tener comunión con él y para que en esa comunión  gobernara la tierra. Sabemos que el pecado “frustra el plan de Dios” por lo que el hombre pierde la comunión y fue destituido de la gloria de Dios (Ro. 3:23) y por lo tanto es expulsado  del Edén, símbolo de Templo, que es  lugar de comunión y manifestación de Dios.

Desde este momento la Biblia es el relato de la recuperación del hombre por Dios para comunión y gloria. Es la recuperación de un lugar donde Dios y el hombre puedan encontrarse. Sabemos esto porque así  es como termina la Biblia.

“Y oí una voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.” Ap. 21:3.

 

Poco a poco Dios va revelando de una manera más clara su intención de recuperar al hombre y para levantar tabernáculo de reunión, una casa o templo o cuerpo, como lo quieras llamar según las diferentes revelaciones del mismo tema.  Así Dios elige a un hombre, Abraham, del cual procederá un pueblo apartado, esto es, santificado, para que Dios pueda habitar en medio de ellos y estos a su vez sean luz a las naciones. Dt. 26:18,19; Isa. 49:6 (Hch. 13:47)

Dios saca a este pueblo de Egipto y en el desierto le da la ley y el Tabernáculo y todo el servicio de este. Todo esto con el fin de que Dios pueda morar en medio de ellos, en el Arca de Su presencia, lugar de manifestación divina y oráculo de Dios.

 

Pero Dios no se conformaba con morar en el desierto, sino que buscaba un “lugar de reposo” para Él y su pueblo. Num. 10:33 Finalmente por medio de su siervo David (tipo de Cristo), ese lugar fue encontrado y conquistado, esto es,  Jerusalén, y en concreto Sión.  El Salmo 132 es un relato de este acontecimiento. Sión es la capital del Reino porque en ella habita el gran Rey.

En Sión es donde Salomón edifica el Templo y da descanso “permanente” al Arca. Dios confirma su agrado haciendo bajar su Gloria. 2Cro. 6:41,42 y 7:1-3.

 

Hasta aquí todo parece que está bien, parece ser que finalmente Dios ha encontrado el lugar “permanente” de su reposo entre los hombres. Pero esto duraría muy poco tiempo, dando Dios a entender que el Templo no era el verdadero lugar, sino una sombra de algo que vendría más tarde. Así que 400 años después, en el año 587 AC, ese templo queda totalmente destruido y el arca desaparece para no ser encontrada más.  Aunque el templo es edificado otra vez, ya no es con la misma gloria. Todo esto para decirnos que aquella Jerusalén, aquella Sion y aquel Templo no eran lo que Dios tenía en mente, sino que era una palabra fragmentaria e incompleta que estaba hablando por medio de sus profetas. La Palabra final aún tenía que venir por medio del Hijo.

 

Los profetas reciben un poco más de revelación con respecto a este asunto y aunque el Templo volverá a ser edificado ellos ven más lejos entendiendo que Dios es demasiado grande y glorioso para habitar en un templo hecho de manos. Isa. 66:1ss (ver también Isa. 56).

 

El Hijo;  verdadero David, verdadero Salomón, verdadero Templo, verdadero Reposo de Dios.

 

Finalmente viene el tiempo del cumplimiento y el deseo del corazón de Dios es satisfecho en el verdadero Templo. Jesús de Nazaret es el verdadero Templo. Su nombre es; Emanuel, Dios con nosotros. Juan dice así; “…y el Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos su gloria…” Jn. 1:14.  Una traducción literal sería; “…y el Verbo fue hecho carne y tabernáculizó entre nosotros” Jesús era el verdadero Tabernáculo donde residía la Gloria de Dios Como aquel Tabernáculo en el Desierto. Más tarde Pablo dice; “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo” 2Co. 5:19.

 

La enseñanza bíblica es que el Templo no era una estructura permanente, sino algo temporal hasta que la realidad, la plenitud de la mente de Dios llegara, que es Cristo. Por ello Jesús comienza a enseñar que la verdadera adoración a Dios ya no en el Jerusalén, sino en espíritu y verdad. Estas palabras son muy radicales para cualquier judío de su tiempo e incluso de hoy. Dios no está limitado a un lugar geográfico ni a una estructura hecha por los hombres. Esto nunca fue su intención, solo dio el diseño a Moisés y a David porque hablaba de la Realidad que vendría. En el Nuevo Pacto el Templo está donde hay dos o tres reunidos en Su nombre, porque allí está El, la Gloria de Dios, la presencia de Dios en medio de ellos.

Unos días antes de su partida Jesús dijo dos cosas con respecto al Templo. En Mat. 23:38 dice a los escribas y fariseos; “…vuestra casa os es dejada desolada” Aquella casa ya no era de Jehová, Dios iba a levantar por sí mismo otra casa. Así que según Mat. 22:7 el Rey iba a enviar su ejército (los romanos) y quemaría su ciudad y no quedaría piedra sobre piedra en aquel Templo. Mat. 24:2.

 

Jesús mismo se revela a sus discípulos como verdadero Betel (Casa de Dios) Jn. 1:51. Con estas palabras a Natanaél Jesús estaba diciendo; Yo soy la escalera entre el cielo y la tierra, el lugar de encuentro entre Dios y los hombre, la Casa de Dios donde Dios habla y donde Dios se revela. Yo soy la Casa de Dios donde la comunicación de Dios con este mundo se encuentra, y solo en mí porque nadie viene al Padre, sino por mí.

 

Pero la revelación divina no queda ahí. Dios tabernaculizó en una persona, un cuerpo, en Jesús de Nazaret. Después de su resurrección y glorificación, en la fiesta de Pentecostés, la gloria de Dios desciende al tercer templo “no hecho de manos de hombres “y aquellos 120 son llenos del Espíritu de Dios. Fuego del cielo cae sobre ellos al igual que el Tabernáculo y el Templo de Salomón.

Aquellos hombres y mujeres por el hecho glorioso y divino de haber sido “incorporados en Cristo” son ahora Casa de Dios. Esto es lo que significa “estar en Cristo”. Si estamos en la Casa de Dios es solo porque estamos en Cristo. Estar en Cristo es estar en la Casa de Dios. Él es la Casa de Dios y hemos sido incorporados en Él.

En el Nuevo Testamento la Casa de Dios es la Iglesia. La Iglesia no es otra cosa que Cristo. En el pensamiento de Dios la Iglesia es solo Cristo y nada más. Pablo dice  que la Iglesia es; “…su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todos” Ef. 1:23.

 

El primer mártir de la iglesia da su vida dando testimonio de esta gloriosa cuando dice “…el Altísimo no habita en templos hechos de manos” y añade; “¡Duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo, como vuestros padres.” Hch. 7:48-50.

 

Más adelante el Espíritu Santo continua revelando a los apóstoles la realidad del verdadero Templo de Dios. 1Pe. 2:4-10; 1Co. 3:16. Ef. 2:21. La Iglesia hoy es el Templo de Dios. Esto no es una alegoría es una realidad. Dios no tiene otro templo en la tierra, ni otro lugar donde manifestar su presencia y su gloria. Dios no tiene otro lugar de oración y adoración sino allí “… donde dos o tres están reunidos en Mí nombre… porque “nadie puede venir al Padre, sino por mí… Al igual que nadie en el AT podía adorar a Dios sino en el Templo. Toda adoración, oración o servicio (latria) ha de hacerse ahora por medio de y en Cristo, Eamanul, el único Templo.

 

En estudios pasados he enfatizado que Cristo es el modelo, el patrón y la medida de todo y la vara por la que el Padre juzga todo y a todos. Jesús es el patrón, modelo y medida de Templo, lugar de reunión o contacto entre Dios y el Hombre. Ahora la Iglesia que él está edificando y donde él es la piedra angular es el Templo de Dios en la tierra, la iglesia. Por tanto El es el Patrón, la medida y el modelo de la Iglesia. La comunidad tiene que apuntar al Individuo, esto es, la iglesia como cuerpo unido por el Espíritu ha de ser transformada a Su imagen y ha de mostrar las características de Su Modelo. También, la iglesia es medida con la vara de medir que es Cristo. Cada una de las iglesias de Apocalipsis son juzgadas según alguna de los aspectos de la visión de Cristo; “…el que tiene las siete estrellas en su diestra” “…el primero y el postrero”, “…el que tiene la espada aguda de dos filos” etc.

Una iglesia local es medida o juzgada no por la cantidad de miembros que tiene o departamentos o ministerios, sino por “la medida de la plenitud de Cristo en ella”

 

Mi pregunta es ¿Cómo se mida la iglesia de hoy según este Modelo? ¿Cómo medirías tu iglesia según esta Regla que Dios nos ha dado?

 

Cristo vino a procurar una casa para el Padre, cuya casa somos nosotros. Vino a levantar un lugar (no geográfico) donde Dios pueda manifestar su gloria, voluntad y amor. Un lugar donde Dios pueda ser oído y obedecido. Es necesario que abandonemos todo individualismo y que retomemos la visión de Cristo en lugar de nuestros intereses propios. Es necesario que sepamos que sin la unidad del Espíritu estaremos trabajando para algo que Dios mismo tiene que destruir porque es la abominación desoladora, esto es, cuando el hombre entra en el templo de Dios y se sienta como Dios.

 

Pero gloria a Dios que el Dios Todopoderoso ha asegurado el final de todo. “…Y oí una voz del cielo que decía; He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.” Y otra vez dice; “…Y no vi en ella Templo; porque el Señor Todopoderoso, es el Templo de ella y el Cordero.

 

SI OYERES HOY SU VOZ

Adora hoy al Hijo que ha procurado esto para los suyos y ha levantado para su Dios el Templo que siempre ha deseado. El es el Hijo de David, el hombre, que ha hecho esta maravillosa obra. Por eso es mayor que los ángeles, por eso a Él tenemos que oír.

 

En lo personal es la medida de Cristo en mí y la medida en la que yo me niego a mi mismo por medio de la cruz que la plenitud de Cristo es manifiesta en mi congregación y solo así se puede cumplir lo que Pablo dice a los Corintios. 1Co. 14:25. “…y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros.”

 

Hoy hemos oído a Dios hablando por el Hijo como Casa de Dios y porque estamos en El nosotros también somos casa. Pero es de suma importancia de hagamos la distinción de que como individuo solo él es casa. Nosotros somos casa corporativamente en la unidad del Espíritu. Ninguno de nosotros como individuos somos Casa de Dios en la plenitud de Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

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