EL ESTUDIO BIBLICO REQUIERE UNA
ACTITUD DE HUMILDAD
“En aquella misma hora Jesús se
regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la
tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has
revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me
fueron entregadas por mi Padre;(L) y nadie conoce quién es el Hijo
sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo,(M) y aquel a
quien el Hijo lo quiera revelar”. Luc.10:21,22.
Jesús nos enseña que no es el que más sabe y entiende de las Escrituras el
que tiene la revelación de Dios y su Cristo. Dios no solo es el Dios que se
revela, sino que también es el Dios que se oculta. Dios se oculta de aquellos
que adoran su propia sabiduría y conocimiento como aquellos escribas y fariseos
a los cuales les hablaba en parábolas para que, “viendo no ven, y oyendo no oye, ni entienden” Mat. 13:13.
Igualmente nosotros debemos tener cuidado que nuestro estudio bíblico no
nos lleve a esa paradoja de ver y no ver, de oír y no entender. No es el
conocimiento mental de la Escrituras lo que buscamos, sino la revelación en
nuestro espíritu que solo Dios por su Espíritu puede dar. (1Co. 2:6-16)
Entonces la pregunta es ¿A quién se revela Dios? O ¿Qué debemos hacer para
que el Espíritu nos revele las Escrituras? Yo sugiero que debemos venir a la Palabra con
una actitud de humildad y mansedumbre, como niños. Sabiendo que no sabemos.
Siempre debemos venir en oración “para
que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria nos dé espíritu de
sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él” Ef. 1:17.
Isaías dice que el Altísimo mora con el quebrantado y humilde para hacer
vivir su espíritu y vivificar su corazón. (Isa.
57:15) ¿No es eso lo que buscamos al acercarnos a El por medio de las
Escrituras? Por ello es fundamental venir a la Palabra con reverencia y temor
porque el salmista dice; “la comunión intima de Jehová es con los que
le temen, y a ellos hará conocer su pacto” Sal. 25:14. Me temo que estamos viviendo tiempos en la iglesia donde
se está perdiendo el temor y la reverencia. Hemos tomado la gracia con demasiada
familiaridad y a nuestro Padre Celestial
como “padrazo” (La definición de padrazo según el diccionario es; “Padre muy cariñoso que siempre trata de
complacer a sus hijos”). El concepto de padre en la biblia, en el tiempo y
cultura que esta fue escrita no es el concepto actual ni mucho menos, pero eso
es otro tema que ahora no estamos tocando.
Una actitud mansa de corazón en el estudio bíblico permitirá que nos
pongamos bajo la acción de la Palabra como el buey que es manso se pone bajo la
acción del yugo para ser guiado por su amo. Es a estos que Dios se siente libre
para revelarse y hacerles conocer su pacto. Dice Juan dice “…muchos creyeron en su nombre…mas el mismo Jesús no se confiaba a sí mismo
de ellos, porque él conocía a todos” Jn.
2:23,24 (RV 1900)
Quiero terminar con dos versículos tomados del canto de Ana y de María que
expresan el mismo pensamiento e ilustra lo que quiero decir con respecto a la
actitud de humildad ante el estudio bíblico. Ana dice; “A los
hambrientos colmó de bienes y a los ricos envió vacios” Lc. 1:53. Y Ana dice; “Los saciados se alquilaron por pan, y los hambrientos dejaron de tener hambre. Hasta
la estéril ha dado a luz siete, y la que tenía muchos hijos languidece.” 1Sam. 2:5.
CONCLUSION
Hemos mirado brevemente estos cinco puntos que considero básicos para
estudiar la Biblia. Por supuesto que hay muchos otros principios mucho más
técnicos como puede ser la exegesis del texto, el contexto gramatical e
histórico, etc. Pero para los efectos de los estudios bíblicos que comenzaremos
brevemente, estos serán los principios que gobernarán nuestro estudio del libro
de Hebreos.
Estudiaremos esta preciosa epístola con la intención de ver a Cristo. Lo
haremos bajo el Nuevo Pacto que ya ha sido ratificado. Tomaremos siempre un
tiempo para ponernos bajo la Palabra en
la dirección del Espíritu en una actitud humilde y de absoluta confianza en el “Fiador
del Pacto”
Sea siempre esta nuestra respuesta a la Palabra de Dios; “He aquí la sierva
del Señor; hágase en mí según tu palabra” y en esa respuesta el Espíritu Santo vino
sobre ella y el poder del Altísimo la cabrío con su sombra, por lo cual el Hijo
de Dios fue engendrado en ella. Amen
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