EL ESTUDIO
BIBLICO HA DE SER EN ABSOLUTA DEPENDENCIA EN EL ESPIRITU SANTO
En el punto anterior terminé citando Jn.
16:14,15. El Señor está enseñando a sus discípulos acerca del Paracleto que
vendría en Su lugar. Una de las muchas funciones que el Consolador tendría era
el traer a ellos experimentalmente toda la obra que Cristo había consumado en
la Cruz. “EL tomará de lo mí y os lo hará saber” Esto lo podemos ver claramente
después de Pentecostés en la manera en que Pedro y los apóstoles predicaron y
enseñaron interpretando tan magistralmente las Escrituras del AT. También Pablo
mismo dice; “Antes bien, como
está escrito: Cosas que ojo no vio, ni
oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado
para los que le aman. Pero
Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios… Así tampoco nadie conoció las cosas de
Dios, sino el Espíritu de Dios. Y
nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene
de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 1Co.2:9ss
La palabra final de
Dios nos vino en el Hijo y es por medio del Espíritu Eterno que esa Palabra es
hecha nuestra. Podemos ver por todas la Escrituras que la voluntad y propósito
de Dios siempre son cumplidos por medio de Su Palabra y de Su Espíritu.
En la creación misma
observamos que Dios dijo y el Espíritu de Dios se movía sobre aquellas
tinieblas trayendo luz y vida. Esto mismo lo explica mejor el Salmo 33:6 “…por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército
de ellos por el aliento de su boca.”
El profeta Ezequiel
recibe la visión de la restauración de Israel junto con las naciones bajo el
Nuevo Pacto y Nueva Creación. En esta visión nuevamente vemos la palabra y el
Espíritu operando juntos produciendo vida. Ez.
37.
En la encarnación el
Verbo es hecho carne cuando; “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra…· Lc. 1:35.
Incluso en el
acontecimiento de la Cruz vemos a Cristo (El Verbo) ofreciéndose a Dios
mediante el Espíritu eterno. Heb. 9:14.
Todo esto para decir
que la Palabra de Dios siempre va acompañada del Espíritu porque es palabra de
vida. Jesús dijo; “El espíritu es el que
da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” Jn. 6:63.
La palabra de Dios
es viva y eficaz, es creativa y vivificante, es eterna y no vuelve a él vacía,
siempre cumple su propósito y voluntad.
Cuando venimos al estudio de la Biblia o a la lectura y meditación de ella
debemos de ser conscientes de estos dos aspectos de la actividad del Espíritu
Santo. Primero que Él es el que revela, ilumina y nos hace saber la intención
de Dios. Segundo que Él es el que vivifica y hace nuestra esa palabra
aplicándola al corazón y produciendo el fruto según el propósito divino. Todo
esto con el fin de ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, y por tanto
llegar a ser nosotros mismos palabra de Dios (en minúscula) como Pablo dice; “siendo manifiesto que sois carta de Cristo
expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios
vivo; no en tablas de piedra, sino en
tablas de carne del corazón. 2Co.
3:3.
A Dios sea la gloria.
Estos tres principios que ya he mencionado brevemente sarán los que
aplicaremos al estudio Bíblico “Palabra y Espíritu” Daremos el tiempo necesario
al Espíritu Santo para que Él nos haga viva la Palabra estudiada. Como George
Whitefield dice en su autobiografía que su práctica era leer la Biblia de
rodillas y orar por cada palabra y frase si le era posible,, sacando así
verdadera comida y bebida para su alma.
¡¡Que el Señor nos conceda su gracia para esta gloriosa empresa!!
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