MI CAMINO

domingo, 6 de abril de 2014


EL ESTUDIO BIBLICO HA DE SER EN ABSOLUTA DEPENDENCIA EN EL ESPIRITU SANTO

En el punto anterior terminé citando Jn. 16:14,15. El Señor está enseñando a sus discípulos acerca del Paracleto que vendría en Su lugar. Una de las muchas funciones que el Consolador tendría era el traer a ellos experimentalmente toda la obra que Cristo había consumado en la Cruz. “EL tomará de lo mí y os lo hará saber” Esto lo podemos ver claramente después de Pentecostés en la manera en que Pedro y los apóstoles predicaron y enseñaron interpretando tan magistralmente las Escrituras del AT. También Pablo mismo dice; “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios… Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.  Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 1Co.2:9ss

 

La palabra final de Dios nos vino en el Hijo y es por medio del Espíritu Eterno que esa Palabra es hecha nuestra. Podemos ver por todas la Escrituras que la voluntad y propósito de Dios siempre son cumplidos por medio de Su Palabra y de Su Espíritu.

En la creación misma observamos que Dios dijo y el Espíritu de Dios se movía sobre aquellas tinieblas trayendo luz y vida. Esto mismo lo explica mejor el Salmo 33:6 “…por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.” 

El profeta Ezequiel recibe la visión de la restauración de Israel junto con las naciones bajo el Nuevo Pacto y Nueva Creación. En esta visión nuevamente vemos la palabra y el Espíritu operando juntos produciendo vida. Ez. 37.

En la encarnación el Verbo es hecho carne cuando;  “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra…· Lc. 1:35.

Incluso en el acontecimiento de la Cruz vemos a Cristo (El Verbo) ofreciéndose a Dios mediante el Espíritu eterno. Heb. 9:14.

 

Todo esto para decir que la Palabra de Dios siempre va acompañada del Espíritu porque es palabra de vida. Jesús dijo; “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado  son espíritu y son vida.” Jn. 6:63.

La palabra de Dios es viva y eficaz, es creativa y vivificante, es eterna y no vuelve a él vacía, siempre cumple su propósito y voluntad.

 

Cuando venimos al estudio de la Biblia o a la lectura y meditación de ella debemos de ser conscientes de estos dos aspectos de la actividad del Espíritu Santo. Primero que Él es el que revela, ilumina y nos hace saber la intención de Dios. Segundo que Él es el que vivifica y hace nuestra esa palabra aplicándola al corazón y produciendo el fruto según el propósito divino. Todo esto con el fin de ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, y por tanto llegar a ser nosotros mismos palabra de Dios (en minúscula) como Pablo dice; “siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. 2Co. 3:3.

A Dios sea la gloria.

 

Estos tres principios que ya he mencionado brevemente sarán los que aplicaremos al estudio Bíblico “Palabra y Espíritu” Daremos el tiempo necesario al Espíritu Santo para que Él nos haga viva la Palabra estudiada. Como George Whitefield dice en su autobiografía que su práctica era leer la Biblia de rodillas y orar por cada palabra y frase si le era posible,, sacando así verdadera comida y bebida para su alma.

 

 

¡¡Que el Señor nos conceda su gracia para esta gloriosa empresa!!

 

 

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